Pensábamos que el domingo por la tarde sería una fiesta total en el Parque de los Príncipes. En un partido unilateral, el club capitalino venció fácilmente al Olympique de Marsella en plena crisis (4-0). Si bien podríamos haber pensado que era una velada ideal, desde los pasillos de Boulogne surgieron cánticos homofóbicos. Así pudimos escuchar durante unos quince minutos un eco: “los marselleses son unos hijos de puta, hijos de puta, de puta”.

Mientras realizaba el tradicional ejercicio de la rueda de prensa posterior al partido en el auditorio del Parque de los Príncipes, el técnico parisino tuvo que reaccionar ante los comentarios de esta afición que había venido a aguar la fiesta. El español eludió un poco la pregunta: “Esta noche no he oído nada bueno ni malo”. Habiendo estado poco tiempo en París y hablando todavía sólo aproximadamente en francés, es también completamente lógico que no comprendiera el contenido de las observaciones pronunciadas durante varios minutos. El extécnico de La Roja no prosiguió con el análisis.

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Esta no es la primera vez que un Clásico es polémico por hechos similares. En 2019, la ministra de Deportes, Roxana Maracineanu, dijo que estaba “horrorizada” por los cánticos homofóbicos que calificó de “horribles”. Luego pidió “sanciones” a la LFP, mientras que la homofobia en los estadios había sido una de sus principales batallas durante su presencia en el ministerio. Han pasado cuatro años y nada ha cambiado.