Los disturbios provocados por la muerte de Nahel provocaron mucha violencia, daños y robos. Dos meses y medio después, algunos presuntos autores están empezando a ser detenidos por los tribunales. El martes 12 de septiembre, agentes de la Dirección de Policía Judicial de la Zona Norte (DZPJ) fueron llamados al domicilio de un joven residente en Roubaix (Norte). Nacido en 2004 y desempleado, la policía sospechaba firmemente que había participado en dos intentos de robo con daños a los cajeros automáticos de una sucursal del Banco Postal.

La noche del 29 al 30 de junio, al margen de los disturbios, dos cajeros automáticos pertenecientes a la agencia fueron vandalizados por varios desconocidos. En las imágenes de las cámaras de vigilancia, la policía constató que esa noche unas quince personas intentaron abrir las máquinas expendedoras de billetes con una trituradora de disco para recuperar el contenido. Según una fuente policial, uno de ellos, armado con una barra de hierro, también fue filmado intentando obligar a los repartidores a utilizarla, sin éxito. El equipo de delincuentes finalmente se fue con las manos vacías.

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Tomando huellas dactilares en el lugar del ataque, los investigadores localizaron al sospechoso, que residía a sólo veinte minutos a pie de los distribuidores. Durante el registro realizado en el domicilio de este último, la policía descubrió la misma ropa que llevaba el joven la noche del 29 al 30 de junio, así como una pistola de fogueo. Según las declaraciones del sospechoso, esa noche se encontró con un grupo de personas que no conocía y que deseaba «darles una mano» para abrir los distribuidores mediante un poste metálico encontrado en el lugar.

Remitido al día siguiente de su detención por la fiscalía de Lille, el joven compareció ante el tribunal judicial por actos de «destrucción de bienes ajenos en una reunión y intento de robo mediante allanamiento de morada en un almacén». Contactada, la fiscalía confirmó a Le Figaro que había sido condenado a un año de prisión, la obligación de seguir un curso de ciudadanía como pena adicional y la prohibición de poseer o portar un arma durante cinco años por intento de robo.