(Yakarta) Instalado bajo una carretera de Yakarta, en su “salón de masajes para vacas”, Sumarwan golpea con los puños las patas de una novilla marrón para prepararla lo mejor posible antes del sacrificio de la fiesta musulmana del Eid.
« Si je la tape avec mes mains comme ça, la vache se sent détendue, car elle sait que je le fais avec amour », confie à l’AFP cet homme de 45 ans qui comme beaucoup d’Indonésiens ne porte qu’un seul apellido.
El animal de dos años debe presentarse en su mejor aspecto para ser vendido con motivo del sacrificio de Eid al-Adha, también llamado Eid el-Kébir, que cae el martes en Indonesia.
Sumarwan afirma ser uno de los dos únicos que practican estos masajes con vacas, en un distrito del norte de la megalópolis indonesia. Los golpes que le dan al animal parecen violentos, pero según él, la vaca tiene su confianza.
“Si otras personas lo hacen, la vaca puede enojarse porque se siente herida”, dice.
A una vaca que parece tener mala salud, Sumarwan aplica un bálsamo normalmente reservado a los humanos para acelerar su curación.
“Una de las condiciones necesarias para que una vaca sea sacrificada es que goce de buena salud”, añade el “masajista”.
Su salón de masajes para mascotas está ubicado en un paso subterráneo que se ha convertido en un mercado de ganado improvisado, donde se comercializan cientos de vacas y cabras.
Mientras los camiones y remolques pasan a toda velocidad por la carretera de arriba, los animales parecen no molestarse.
A pesar del tráfico ensordecedor, Sumarwan considera que la ubicación es ideal, ya que el viaducto está protegido del calor tropical y las fuertes lluvias de Yakarta.
Kastono, el jefe de Sumarwan, lleva 15 años dirigiendo su negocio, transportando ganado desde Java Central para venderlo en Yakarta.
“Este año transportamos 50 vacas y 120 cabras. Normalmente empezamos a venderlos 25 días antes de Eid al-Adha”, dice Kastono, que emplea a 10 trabajadores.
Una vaca de 250 kilos se puede vender por entre 20 y 27,5 millones de rupias (entre 1.600 y 2.200 dólares), afirma Meta, su esposa.
Para dar a conocer e impulsar las ventas, Meta explica que publicó vídeos cortos en las redes sociales que mostraban a las vacas siendo masajeadas en una pequeña cabaña con un cartel de “cow lounge” de fondo.
«Queremos atraer a los clientes con algo único y también demostrar que tratamos bien a los animales», afirma.
Pero ganar dinero no es su única preocupación, asegura: “Lo que hacemos está vinculado al ritual religioso, por lo que obtener grandes ganancias no es nuestra principal motivación. No queremos imponer una carga mayor a la gente”.
“Tenemos este salón (de masajes) para vacas […] porque queremos asegurarnos de que estén en buena forma”, concluye.