El jueves 5 de octubre se solicitaron cuatro años de prisión en Bobigny durante el proceso penal contra un hombre acusado de ser un propietario de un barrio pobre en Saint-Denis. También se exigía el decomiso del inmueble en alquiler, una multa de 20.000 euros al acusado y de 50.000 a su empresa. Hay un «número excesivo de víctimas en el caso, una vulnerabilidad particular, ganancias exorbitantes y un período de prevención que se extiende de 2017 a 2022», resumió el fiscal.

Sami Brami, que no dejaba de patear y murmurar ante cada intervención que le parecía descabellada, mantuvo la calma durante las requisas. El jueves, el testimonio de un antiguo inquilino y la intervención en el bar de Mathieu Hanotin, alcalde socialista de Saint-Denis, le irritaron especialmente.

Apoyado en la barra, el antiguo inquilino, voluble, abruma a Sami Brami. Si al principio “el apartamento estaba bien”, acabó pagando 650 euros por un alojamiento “insalubre y asqueroso”, con “agujeros por todas partes en las paredes, ratas que entraban en el alojamiento durante todo el día… “Embarazada de ocho meses, No podía dormir por la noche», dice la joven, vestida con una camiseta de Mickey, pantalones de chándal y una combinación de chanclas y calcetines. ¿Cómo terminó allí? “Vengo de la Ddass (asistencia social a la infancia), tuve que buscar un alojamiento de emergencia para no encontrarme en la calle” al finalizar un contrato de adulto joven, explica la ama de casa.

Por el contrario, otro inquilino, con discapacidad, declaró que nunca había tenido “ningún problema”. Él “no es capaz de darse cuenta de lo que está mal a nivel legal”, nos dice su abogado. “No podemos abusar así de la ingenuidad, la credulidad y la debilidad de esta gente”, alega.

En las 25 viviendas vivían 70 personas, entre ellas 26 menores y 13 adultos protegidos. Para 9 o 16 m², teniendo en cuenta los criterios de insalubridad, el alquiler rondaba los 700 euros. Los inquilinos se dividieron en dos categorías. Por un lado, las personas indocumentadas de nacionalidad siria, que por su situación irregular no podían reclamar una vivienda convencional. De otro, las personas con discapacidad psíquica o física, bajo tutela o curatela.

En la audiencia se expusieron las fallas de un sistema obstruido por la saturación del mercado de vivienda social. Colocar a personas vulnerables en apartamentos insalubres «era la última solución cuando no teníamos vivienda», justificó el representante de Udaf 93, una asociación reconocida de utilidad pública, responsable de la gestión de los recursos de estos beneficiarios. “Era eso o la calle”, admite ante las preguntas embarazosas del tribunal y de los abogados. Según ella, Sami Brami no dudó en avisarles cuando hubiera alojamiento disponible. Es un “sistema que se perpetúa y que conviene a todos”, señala Armando Frignati, abogado de adultos protegidos y Udaf 93.

En 2013, Sami Brami compró el edificio por 500.000 euros, con la esperanza de revenderlo y obtener una cómoda plusvalía. Pero según su defensa, el ayuntamiento se lo impidió. «No hay ningún problema personal», cree Mathieu Hanotin, argumentando que el desarrollo inmobiliario «no es compatible con la construcción de un barrio humano y con calidad de vida». Según los cálculos del municipio, en 10 años, el acusado habría ganado “1,8 millones de euros en alquiler”. «No hay ningún elemento, es sólo un cálculo teórico», responde el abogado defensor, Paul-Philippe Massoni, explicando que «el edificio estuvo cerrado durante cinco años». Según él, Sami Brami habría ganado “150.000 euros como máximo desde 2013” ​​y, sobre todo, no se habría beneficiado de la miseria humana.

En los últimos tres años se han registrado en Saint-Denis sesenta delitos relacionados con la infravivienda. “Los más graves están en este asunto”, asegura el alcalde. En todo el departamento, la prefectura de Seine-Saint-Denis cuenta con 160 procedimientos. La decisión se tomará el 15 de diciembre.