La brecha es ciertamente significativa. Más de dos días después de que Charles Caudrelier (trimarán Edmond de Rothschild), gran vencedor del Arkéa Ultim Challenge, Thomas Coville (Sodebo) cruzara la meta este jueves frente a la costa de Brest. Un segundo puesto tras 53 días en el mar por el que seguramente no habría firmado antes de zarpar el 7 de enero, ya que al regatista le encanta la competición y la victoria. Pero al final, esta plaza en el podio puede satisfacerle, porque está por delante de dos rivales con barcos a priori más rápidos que el suyo, Armel Le Cléac’h (Banque Populaire) todavía situado a 1.600 millas de la terminal y Tom Laperche (SVR -Lazartigue), obligado a abandonar en Sudáfrica.
Cuarto en el ecuador durante el descenso del Atlántico, Thomas Coville aprovechó la primera parada en boxes en Le Cléac’h para adelantarle antes de tener que detenerse en Hobart, Tasmania, para reparar varios fallos técnicos (balcón, red, descenso del florete, etc.). .). Y a la hora de hacer balance, habrá navegado buena parte de su circunnavegación con Le Cléac’h, que le adelantó en la llegada al Cabo de Hornos por unas horas. “Quería esta competencia, quería estar en confrontación. Es un privilegio y una verdadera satisfacción luchar con Armel, ganador de la Vendée Globe (2016), es una referencia para mí. Estamos un poco en la misma carrera, con nuestros contratiempos técnicos que nos han cortado las alas deportivas en varias ocasiones, pero también con la rabia y las ganas de luchar. »
Fiel a sí mismo, feliz en el mar a pesar de los problemas técnicos y nunca escatimado en pensamientos cuasi filosóficos, Thomas Coville supo compartir su aventura durante esta vuelta al mundo que, en general, no entusiasmó al público, ni mucho menos. Como resultado, el regatista de 55 años, ex plusmarquista de la vuelta al mundo en solitario, completó su novena vuelta al planeta, la sexta en multicasco, la quinta en solitario y la primera en modo vuelo. Todo un historial…