Se agotaron las entradas para el concierto de clausura de la Orquesta Métropolitain (OM) el domingo por la tarde en la Casa Sinfónica. Mucho mejor, porque es el tipo de concierto al que sólo asistes unas pocas veces en tu vida.
A diferencia de la Orquesta Sinfónica de Montreal, la formación de Yannick Nézet-Séguin, complementada con numerosos supernumerarios al final de la temporada, ha descuidado un poco las sinfonías de Mahler desde la pandemia. Regresó con la Sinfonía n.° 6 en la menor, que no es necesariamente la más accesible para el público, sobre todo por su clima de tragedia intransigente.
El director de orquesta quebequense, muy familiarizado con el lenguaje del compositor austríaco, grabó sus sinfonías núms. 4 y 10 con el OM (así como las núms. 1 y 8 en Múnich y Filadelfia).
Precediendo a la Sexta, siguió directamente la breve pero densa Alap, del quebequense José Evangelista, fallecido en enero de 2023, corazones y oídos predispuestos para la sinfonía. Inspirada en el gamelán balinés, la obra está entrecruzada con ostinatos que se enrollan en un laberinto de disonancias con múltiples reflejos. Hermoso.
Esta parte llamó la atención por su tempo decidido, más propio de Bernstein o Solti que de Barbirolli, por ejemplo. Después de todo, estamos hablando de un allegro energico (incluso si Mahler añade “ma non troppo”).
Lo fabuloso de Nézet-Séguin es que la exposición aparece bajo una nueva luz cuando se reanuda. El segundo tema (el tema de Alma), tocado con un sonido de cuerda que te haría llorar, de repente es más relajado. El scherzo está hecho con el mismo espíritu, con un trío bellamente sonriente.
En el andante moderato, el director opta esta vez más por el segundo término («moderado») que por el primero («ir»), lo que nos regala un movimiento ingrávido, con un color irreal de las cuerdas al principio, como un lejano susurro, pero muy presente.
El último movimiento fue una síntesis de todas las cualidades anteriores, con dos martillazos muy impactantes, como debe ser (el director también había mostrado el instrumento fabricado para la ocasión al inicio del concierto).
El acorde fortissimo que aparece sin previo aviso al final incluso hizo gemir a un niño en el balcón que probablemente se había quedado dormido (!), terminando la obra a medias.
La comparación con la Sexta de Mahler de Rafael Payare el próximo mes de enero en la OSM será sin duda fascinante.
La directora general de la orquesta, Fabienne Voisin, anunció muchas novedades al inicio del concierto, en particular la jubilación del violinista Alain Giguère y del contrabajista Réal Montminy, pero también los nombres de los ganadores del concurso Omni, organizado por OM. , incluido el trombonista Éli Turmel entre los de mayor edad (15-17 años).