La ira se está gestando entre los “commuters”, esos empleados que, trabajando en París y teniendo su domicilio en la región, aumentan el número de viajes de regreso. Los abonados del TGV Max Actif y Max Actif, este último, se movilizan este miércoles mediante una “huelga de presentación de billetes de transporte”. Impulsados ​​por la Coordinación Nacional de Usuarios de Trenes, estos 20.000 abonados critican el aumento de precios, desde el 1 de febrero, del 10% del abono Max Activo y del 5% del abono Max Activo.

“La política de la SNCF es inaceptable. Esto representa un aumento de casi el 20% en el espacio de tres años. Es una falta de respeto hacia nosotros, que somos clientes recurrentes y fieles desde hace años”, afirmó a Le Parisien David Charretier, presidente de la asociación de usuarios del TGV Tours-París. Al considerar que los precios del abono eran demasiado bajos, en particular en los viajes entre la capital y Tours, Angers o incluso Lyon, la compañía ferroviaria quiso aumentarlos. Consecuencia: el precio del TGV Max, por ejemplo, aumentó de 360 ​​a 396 euros al mes en el trayecto París-Lyon, y de 312 a 343 euros al mes entre París y Reims.

Cuestionada, la SNCF se defiende e intenta aliviar la presión. Mientras que el precio de los billetes, con abono, se mantendrá entre 16 y 18 euros de media, “un billete clásico de segunda clase costará entre 40 y 45 euros”, explica SNCF Voyageurs. “Por lo tanto, tenemos mucha confianza en que seguirá respondiendo de manera muy amplia a las necesidades de esta audiencia y demostrará que es muy competitivo”. No es suficiente para calmar a David Charretier, que planea pronto acciones “más radicales” “si nada cambia después”.