Después del ataque en Arras donde fue asesinado un profesor, las autoridades siguen apretando las tuercas a las expulsiones de extranjeros radicalizados. Este miércoles, un hombre de 39 años, que llegó a Francia en 2010, fue deportado a su país de origen, en el Magreb, por instrucciones del ministro del Interior, según supo Le Figaro por una fuente cercana al asunto.

Hasta esta semana, Salim M. se encontraba en situación legal en Francia y se beneficiaba de una tarjeta de residente de diez años. Pero su comportamiento ha preocupado últimamente a las autoridades. Condenado a 12 meses de prisión en enero de 2022 por violencia reiterada y robo, el joven de treinta años comenzó a mostrar signos de radicalización islamista durante su encarcelamiento.

“Tenía una relación centrada con personas conocidas por su práctica rigurosa, demostrando un comportamiento provocador, refractario y violento, pronunciando en numerosas ocasiones comentarios amenazantes y llenos de referencias al terrorismo islamista”, indica nuestra fuente. En este sentido, Salim M. fue catalogado como S para permanecer en el radar de inteligencia. Dado su perfil, también fue sometido a medidas individuales de control y vigilancia (Micas) a su salida de prisión en agosto de 2022. Esta estrategia se despliega cuando existen motivos fundados para creer que el comportamiento de un ex detenido representa “una amenaza particularmente grave”. a la seguridad y al orden público”. Entre las medidas que se pueden decidir se encuentran la prohibición de viajar fuera de una zona geográfica determinada, la obligación de presentarse en comisaría o llevar una pulsera electrónica. Sin embargo, según nuestra información, Salim M. ha violado repetidamente las obligaciones que le imponían.

Siguiendo instrucciones del Ministro del Interior, a este hombre supervisado por un grupo departamental de evaluación de la radicalización le fue retirado esta semana el permiso de residencia antes de que se emitiera una orden ministerial de expulsión el 23 de octubre y que Salim M. fuera devuelto a su país de origen. «La línea de firmeza es extremadamente clara», advirtió Gérald Darmanin tras el atentado de Arras, abogando por la «expulsión sistemática de cualquier extranjero» considerado «peligroso por los servicios de inteligencia».

A continuación anunció que se reexaminaría la situación de 2.852 extranjeros en situación regular, mientras que se aceleraría el procedimiento de expulsión de 193 extranjeros en situación irregular. En este sentido, Gérald Darmanin aclaró este jueves el