Le Figaro Niza
El domingo por la noche, poco antes de las 22:30 horas, un turista suizo de 57 años que salía de un restaurante en el bulevar de la Croisette de Cannes fue víctima de un atentado en la esquina de la calle Pasteur. La escena fue muy rápida. En pocos segundos, un hombre lo agarró del brazo y le arrebató el reloj que llevaba en la muñeca, un Richard Mille valorado en 200.000 euros. Información de Actu 17 confirmada el martes por la tarde en Le Figaro por una fuente policial.
El ladrón, que actuó solo, inmediatamente se dio a la fuga. Llamados al lugar, los policías sólo pudieron observar los hechos, estando el prófugo ya lejos. Se abrió una investigación que se confió a la policía de Cannes. Conmocionada, la víctima no resultó herida.
No todos los propietarios de joyas de lujo que sufren este tipo de percances tienen tanta suerte. La semana pasada, un mexicano de unos treinta años que caminaba del brazo de su pareja por el elegante barrio Carré d’Or de Niza fue arrojado al suelo y golpeado numerosas veces por su agresor, que, de nuevo, sólo quería su reloj ( un Audemars Piguet estimado en 50.000 euros). También en Cannes, la noche del 13 al 14 de septiembre, en el mismo Boulevard de la Croisette, un turista estadounidense fue violentamente empujado por la espalda hasta el punto de caer al suelo. En el suelo, su atacante le quitó su reloj valorado en 70.000 euros.
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Desde principios de año se han registrado 30 robos de relojes en la ciudad del cine. Un auténtico “fenómeno azul” para un investigador de Cannes. Para este experimentado policía, este tipo de ataque no es nada nuevo y afectaría “a toda la Costa Azul”. Este último también desea recordar que el año pasado se denunciaron en Cannes 50 robos de relojes de lujo. «No sólo tenemos menos este año, sino que también podemos alegrarnos de que no hubo ninguno durante el Festival de Cine de Cannes», alardea.
Este mismo policía reconoce, sin embargo, que el tema preocupa mucho a la policía de Cannes y al alcalde de la ciudad, David Lisnard. “Identificamos y arrestamos regularmente a sospechosos, pero, por supuesto, algunos se nos escapan y es muy difícil rastrear las redes”, explica. Las investigaciones se han vuelto aún más difíciles de llevar a cabo en los últimos años, ya que los tradicionales napolitanos, considerados los profesionales por excelencia del robo de relojes, compiten hoy con las «pequeñas incursiones de la Riviera», a menudo procedentes de las ciudades de Marsella. “Los primeros son inteligentes y delicados, los segundos son brutos violentos e incapaces de distinguir un reloj que cuesta 300 euros de otro que cuesta 300.000”, concluye el policía.