(Singapur) Escondido en el sótano de un antiguo centro comercial se encuentra el único bar de heavy metal de Singapur, donde los aficionados a la música se codean con rockeros internacionales que fueron los pioneros del género.

Las autoridades de Singapur están luchando por atraer a artistas principales como Taylor Swift recientemente, dejando pocos lugares para albergar conciertos de la pequeña pero vibrante escena del metal de la ciudad-estado.

A un paso del Parlamento y del Tribunal Supremo se encuentra el único bar de la ciudad dedicado al metal y al hard rock, el Flying V.

Sentado en el bar un martes por la noche de mayo, el bajista de Deep Purple, Roger Glover, disfruta de una cerveza oscura galesa, el día antes del concierto de su banda en el Singapore Rockfest.

“He estado en varios lugares como este y este es uno de los mejores”, dice Glover.

Dos días después, el bar acogió una sesión de encuentro con el guitarrista estadounidense Marty Friedman, ex miembro de la famosa banda de trash metal Megadeth.

Para Friedman, esta música crea una comunidad muy unida, ya que “los fans de otros géneros musicales encuentran cosas buenas en el metal”.

Así que el metal “ya no es una comunidad ‘underground'” y lugares como este son “muy interesantes” porque son el hogar de “los verdaderos fans acérrimos del metal”, dice, entre fotos y autógrafos con su público.

En las paredes del Flying V hay inserciones publicitarias o carteles de Iron Maiden, así como carteles que anuncian la cerveza del grupo, Trooper. Un cartel a la entrada del bar anuncia el color: “cerveza, metal, pizza”.

Más allá de los metaleros con camisetas negras, el pub también atrae a turistas y oficinistas.

Estos últimos “tienen que ir siempre en camisa y traje para trabajar, pero en el fondo conservan ese lado heavy metal de su adolescencia”, dijo a la AFP George Kirton, cofundador del bar.

Los clientes pueden elegir ellos mismos sus canciones favoritas en un iPad provisto, y la música abarca desde el clásico glam metal de los 80 hasta el trash metal y el grindcore.

“Cuando vienes aquí, no te sientes como si estuvieras en Singapur. Nos sentimos como si estuviéramos en Europa”, dice Saifullah Sabri, de 36 años, barbero en Singapur.

Daniel Hokke, un ingeniero holandés de 48 años, dice que “inmediatamente se siente como en casa” al entrar en Flying V, que le recuerda las barras de metal de su país de origen.

El pub está situado cerca de varios edificios de la administración pública.

En la década de 1990, con el resurgimiento del punk, la zona se hizo popular entre los movimientos contraculturales locales, skinheads y metalheads, y alberga muchas tiendas que venden música y patinetas.

Ross Knudson, el otro cofundador de Flying V, también es propietario de la empresa LAMC Productions, que promueve conciertos en Asia.

Para él, el rock y el metal están “infrarrepresentados” en Singapur y los fans de estos géneros musicales necesitaban un lugar donde reunirse.

Para este estadounidense, “Singapur tiene una mentalidad muy pija”. Con el otro cofundador, George Kirton, “sólo queríamos aportar algo diferente”, dice.