Le Figaro Burdeos

Habrán tenido menos de un mes de respiro. Después de haber sido okupados desde mayo hasta finales de octubre por un centenar de caravanas de nómadas que ocuparon su territorio, los jugadores de rugby de la sección del Club de Estudiantes de Burdeos (BEC) se encuentran en un estado de alerta. Pero su calvario está lejos de terminar: es en su aparcamiento, situado en el camino de los adolescentes que utilizan el transporte público para llegar al club, donde se instalaron unas cuarenta caravanas a principios de noviembre. “Es extremadamente difícil, estamos totalmente desanimados después de haber esperado seis meses para su salida”, confiesa Éric Lanau, presidente de la sección.

Y con razón, el club que alquila su terreno en el campus de Pessac de la Universidad de Burdeos ya tuvo que trasladar el torneo mundial de rugby universitario que iba a albergar. “El campo de honor está completamente destrozado: parece un campo de motocross, o incluso un terreno baldío. Cortaron las barreras y dejaron cadáveres de coches y lavadoras cuando se marcharon a finales de octubre”, se desespera Éric Lanau. Los deportistas que juegan en la regional 1 también contaban con una casa club donde guardaban equipos y trofeos. Inaccesibles al público porque requerían algunas obras, los lugares, que todavía servían de almacén, quedaron devastados. “Y para hacer tanta mierda en el suelo, créanme, no hace falta un día”, lamenta la presidencia, que nota un gramo de desánimo en su club.

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Para ahorrar espacio, la comunidad de nómadas que se trasladó al aparcamiento llegó incluso a cortar arbustos con una motosierra. “Sus fichas de dominó eléctricas están conectadas a los grifos donde llenamos nuestras botellas de agua, los cables eléctricos están cerca de los charcos y los perros no están atados”, advierte Éric Lanau. Antes de declarar: “Debido a su presencia, las obras de la sede del club no se pudieron realizar. Los entrenadores están exasperados. Estamos pensando en presentar una denuncia porque me molesta que nuestros hijos (los más pequeños tienen 5 años, ndr.) puedan pensar que la gente puede hacer cualquier cosa sin que nosotros digamos o hagamos nada”.

Contactada, la Universidad de Burdeos, propietaria del local, asegura que “apoya plenamente a la BEC en sus procedimientos de presentación de denuncias”. El club, sin embargo, tendrá que afrontar los trámites administrativos de desalojo porque dispone de una autorización temporal para ocupar el dominio público.