Este es uno de los grandes debates que agita a nuestras sociedades, o al menos a aquellas que se encuentran atrapadas en un avión. ¿Podemos reclinar nuestro asiento o no, a riesgo de molestar al pasajero situado justo detrás de nosotros? En cuanto a los asistentes de vuelo, la cuestión está resuelta: “¡Habéis pagado por vuestro asiento, tenéis derecho a disfrutarlo!”, nos confió un jefe de cabina. Pero, ¿podría desaparecer pronto esta costumbre que horroriza a algunos viajeros (incluido el autor de este artículo)? Esta extraña pregunta la formula el medio estadounidense CNN, mientras que algunas compañías aéreas se responsabilizan de no permitir más esta pequeña costumbre.
“Hoy en día existen modelos de asientos completos que simplemente no tienen esta opción”, se lee. Este detalle está lejos de ser propio de las empresas de transporte. Porque una buena inclinación del asiento es un punto fuerte para determinadas compañías, especialmente en un vuelo de larga distancia. Sin embargo, según CNN, la desaparición de esta famosa opción lleva varios años en marcha. Desde finales de la década de 2000, cuando los fabricantes comenzaron a diseñar asientos ultraligeros para aviones. Luego se vendieron como «preangulados» y se dirigieron principalmente a aerolíneas de bajo coste que operaban vuelos cortos.
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Hay que decir que esta opción también representa un coste financiero para las aerolíneas. En primer lugar, relacionado con el mantenimiento: la inclinación requiere cierta mecánica, que implica el uso de varias piezas, entre ellas una base giratoria y un depósito neumático. Y cualquier movimiento regular provoca el desgaste de estas piezas y, por tanto, el riesgo de romperse algún día. Esta inclinación también provoca, como hemos visto, un cierto peso, los mecanismos pueden acumularse rápidamente. Sin embargo, algunos de los asientos de los aviones modernos se distinguen por su ligereza (entre 7 y 10 kg). Un punto crucial para las empresas que quieren ahorrar combustible y ahorrar espacio.
Sin mencionar que la inclinación de los asientos puede ser una verdadera fuente de conflictos en los aviones. Recientemente, una discusión entre dos pasajeros recorrió las redes sociales. En un vídeo grabado in situ, podemos ver a una mujer reivindicando (o más bien gritando) su derecho a “echar el asiento hacia atrás”, tras el desafío de su vecina de detrás. Y no se trata de un incidente aislado, ya que los periódicos informan periódicamente sobre estas peleas a 10.000 metros de altitud.
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Hay tantos problemas que harían deseables los asientos prereclinados. Con una curva de 15 o 18 grados, el fabricante de asientos para aviones Recaro Aircraft Seating garantiza espacio y comodidad a los pasajeros. ¿Qué hace que un vuelo de larga distancia sea agradable? No estoy seguro de si se comparan con las nuevas cabinas de Air France en el Airbus A350-900. Estos últimos ofrecen asientos en clase Economy que se reclinan hasta… 119 grados.
Lo cierto es que la adición de preciosos centímetros, posible gracias a este sistema de inclinación predefinido, permitiría a los aviones ganar una fila adicional de asientos según el modelo de avión. Entonces, ¿está en marcha el uso generalizado de estos asientos pre-reclinables? Si para las empresas de bajo coste el debate parece ya zanjado, no ocurre lo mismo para las tradicionales, que deben elegir entre la comodidad de sus clientes o asumir potenciales economías de escala. El eterno dilema, en definitiva.