Ya han pasado varias semanas desde que las estaciones de esquí reabrieron sus puertas. Y los accidentes de esquí ya llenan los periódicos locales. Como nos recuerda la asociación Médicos de Montaña, los deportes de tabla (esquí, snowboard, etc.) están lejos de ser actividades de ocio exentas de riesgos. Entre velocidad, temeridad y pistas superpobladas, todos los ingredientes parecen confluir para vivir unas desventuras en la montaña. Especialmente, cuando no nos protegemos lo suficiente. Pero ahora, antes de aventurarte con los esquís y los bastones, hay que tener en cuenta un fenómeno: el síndrome del segundo día de esquí.
Es durante este día cuando se producen una serie de lesiones y accidentes, según los médicos especialistas. Este síndrome generalmente ocurre los lunes, y la mayoría de los alquileres comienzan el sábado. Y es el resultado de un mal hábito adoptado por esquiadores impacientes. Estos últimos, al llegar a la estación de esquí, aprovechan al máximo su primer día, ejerciendo demasiada presión sobre su cuerpo. Sin embargo, muchos de ellos no practican suficiente deporte con regularidad el resto del año. No tienen en cuenta los calambres ni los primeros signos de dolor. El cuerpo sobrecargado de trabajo, debilitado a partir del segundo día, puede acabar por rendirse. El resultado son fracturas, distensiones musculares o roturas de ligamentos.
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¿Cómo se manifiesta esto? Los músculos se ponen rígidos y responden menos bien. Tenemos más caídas y, sobre todo, nos volvemos más propensos a sufrir accidentes. Para prevenir este tipo de fenómenos, un primer reflejo: calentar siempre bien antes de pasar un día en las pistas, incluso para practicar esquí de fondo. Por la noche, una vez que te hayas quitado los zapatos, también debes tomarte un tiempo para descansar, levantar las piernas en el aire durante unos minutos y luego masajear las pantorrillas, los muslos y la espalda. Y no dude en aprovechar una piscina climatizada, si la hay en su alojamiento o cerca.
Otro automatismo a adoptar: cuidar. Ya sea el primer o segundo día. Esto significa tomar descansos regulares (¿por qué no disfrutar de un chocolate caliente al pie de las pistas?) y mantenerse hidratado durante todo el día. Y sobre todo, prepárate con suficiente antelación a tus vacaciones de esquí, sobre todo a nivel cardiovascular y muscular. Para que una vez llegues a las pistas, el placer sea total (y casi sin peligro).
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