Las chinches son “como un ladrón que entra en casa”, resume Stéphane Bras, portavoz de la cámara sindical 3D (control de ratas, desinfección y desinfestación). Se infiltran en tu privacidad, hasta el punto de pesar mentalmente sobre quienes son víctimas. Desde 2016, 4,7 millones de franceses se han enfrentado a las chinches, según un estudio de Ipsos. Ante la urgencia de la situación, algunos acuden a los profesionales del control de plagas, a veces sin escrúpulos.

El ministro de Sanidad, Aurélien Rousseau, reconoció en France Inter a principios de semana “abusos” por parte del sector. «Lo que me preocupa es que la gente no se deje engañar con cajas que le hagan pagar 2.000 o 3.000 euros» para eliminar las chinches, añadió el ministro. Estas cantidades exorbitantes superan con creces el coste medio calculado por Ipsos, que lo estima, de media, en 1.249 euros.

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Para evitar que esta suma caiga en manos de estafadores, hay que seguir algunos consejos. Para Stéphane Bras, “el proceso es bastante sencillo”. Basta con acceder al sitio web de CS3D para obtener una lista de “profesionales identificados, certificados y comprometidos con la certificación europea”. “Para el tratamiento con insecticidas, es necesario asegurarse de que el profesional esté en posesión de un certificado Certibiocida válido expedido por el Ministerio de Transición Ecológica”, menciona el sitio web ecologie.gouv.fr. Este último recuerda también que el uso de insecticidas sin precaución presenta “riesgos importantes para el medio ambiente y la salud humana”.

Para otras técnicas, el ministerio recomienda “recurrir a empresas especializadas en la detección (en particular las que utilizan perros) solicitando garantías (formación, certificado de formación y tratamiento de la infestación)”. Tampoco hay que dudar en interrogar al profesional “sobre su protocolo de tratamiento y comprobar que lo respeta, especialmente en la fase de pelea mecánica”.

Stéphane Bras también nos recuerda que no debemos apresurarnos hacia el primer profesional descubierto. “Es un mal reflejo, más bien conviene mantener la calma y pedir varios presupuestos para estar seguro de no ser estafado”, aconseja el especialista. Para estos últimos, si bien estos profesionales corruptos “perjudican a los clientes y a la profesión”, afortunadamente siguen siendo “todavía marginales”.