“Siempre animar a la gente a volver al trabajo”. Con estas palabras el Primer Ministro, Gabriel Attal, presente en el informativo de las 20 horas en TF1, justificó la decisión del ejecutivo de aplicar una nueva reforma del seguro de desempleo. Esto entrará en vigor “en otoño”, anunció el jefe de Gobierno. Es hora de que la ministra de Trabajo, Catherine Vautrin, prepare los detalles “en verano”, y luego una negociación a toda velocidad por parte de los interlocutores sociales.
Esta nueva reforma será una nueva vuelta de tuerca. Gabriel Attal reveló varias vías posibles. Entre ellos, la reducción del plazo de indemnización, actualmente de 18 meses como máximo. Podría llegar a 14 meses o menos. El jefe de Gobierno, sin embargo, expresó su deseo de no bajar “de los 12 meses”. Otra posibilidad sería endurecer las condiciones que deben cumplirse para recibir la prestación por desempleo, como ya se hizo por primera vez en 2021. Ahora hay que haber trabajado 6 meses en los últimos dos años para tener derecho a la prestación por desempleo, frente a los 4 anteriores . Última vía mencionada: acentuar la degradación o reducir el nivel de compensación, aunque esta opción «es menos mi preferencia que las anteriores», subrayó el jefe de Gobierno.
Por parte de los sindicatos, este anuncio no es realmente una sorpresa. Sigue siendo una bofetada. «Una vez más, nuestro sistema de seguro de desempleo sería demasiado protector e impediría a los empresarios encontrar empleados (…) cuando se ha demostrado lo contrario», lamentó Michel Beaugas, secretario confederal de Fuerza Obrera (FO). Espera que la nueva carta marco sea “insostenible”, lo que permitiría al Estado recuperar el control de la gestión del sistema.
De hecho, actualmente el Estado no es libre de ajustar como desee la ayuda y la compensación a los solicitantes de empleo. Este poder está en manos de la Unédic, gestionado a partes iguales por sindicatos y empresarios. Sólo estos últimos deciden las medidas que deben adoptarse y los medios de financiación. Actualmente, el Estado se limita a proporcionar las grandes líneas una vez cada tres años en una carta marco. A menos que las organizaciones sindicales y patronales no puedan ponerse de acuerdo. En este caso el ejecutivo puede tomar libremente el control.
Por otro lado, parece rechazada la idea de una toma definitiva del poder por parte del Estado, como deseaba el ministro de Economía, Bruno Le Maire. Esto requeriría aprobar una ley. Sin embargo, las posibilidades de que surja una mayoría en esta dirección en ambas cámaras del parlamento parecen más escasas que nunca.