“La primera ventaja fiscal para los destiladores de crudo la concedió Napoleón. Al regresar de la campaña italiana, permitió que sus grognards destilaran sin pagar impuestos”, afirma Jean-Charles Cheritat, presidente de la Federación Nacional de Sindicatos de Cosechadores Familiares de Frutas y de Productores de Brandy Natural (FNRSPE). Desde entonces, los impuestos en torno a esta tradición han seguido abriéndose paso en la historia de Francia. Hereditario desde el Imperio, el privilegio de transformar los frutos de los propios huertos en aguardiente para consumo personal sin pagar impuestos fue limitado por Pierre Mendès Francia durante su cruzada contra el alcoholismo. Lo que provocará un levantamiento de los escudos de los diputados contra él.
“Hoy en día, los destiladores que se benefician de la exención hereditaria tienen más de 90 años. Ya no quedan muchos”, explica Jean-Charles Cheritat. Pero mientras esta generación está desapareciendo, la nueva generación (hay alrededor de 90.000) acaba de ganar una batalla. A partir del 1 de enero de 2024, todos los destiladores de crudo quedarán exentos de impuestos sobre los primeros 50 litros de alcohol por campaña de destilación. Sabiendo que la gran mayoría de los productores de brandy nunca superan los 10 litros, esto equivale casi a una exención total. En lugar de procesar unos 70.000 cheques de 50 a 80 euros, a las autoridades fiscales les resultó más fácil eximirlos. “La declaración a la aduana sigue siendo obligatoria, pero creo que esta medida podría animar a más personas a destilar sus frutos”, espera Jean-Charles Cheritat.