Doce euros por dos paquetes de pasteles. Virginie* todavía no puede creerlo. Camino a las fiestas, camino al Sur, esta madre de familia no esperaba una nota tan salada simplemente para la merienda de sus hijos. “Incluso el cajero parecía apenado. Al decirnos el precio, dijo: ‘Sí, lo sé, es muy caro. Como Virginie, son muchos los franceses que no logran estrangularse ante los precios a veces desorbitados de productos básicos como simples bocadillos o botellas de agua que se venden en las zonas de servicio de las autopistas del país. Comida hasta el doble de cara que en las tiendas del centro de la ciudad o en los supermercados.
Las compañías de autopistas no niegan las tarifas más altas que se encuentran una vez que se cruzan las barreras de peaje. Estos precios se justifican, según ellos, por las misiones que están obligados a cumplir frente al Estado en el marco de sus contratos de concesión. Lo que infla los costos de operación de estos lugares. “Tenemos la obligación de dotar a las áreas de una determinada cantidad de servicios públicos, por ejemplo tener presencia humana las 24 horas del día, los 7 días de la semana”, explica Vincent Fanguet, director de operaciones del grupo Sanef, que gestiona 72 áreas de servicio de las 369 áreas concesionadas que componen la red de autopistas francesa (525 en total). “También debemos ofrecer servicios gratuitos para todos, como aseos, duchas para conductores, parques infantiles, mesas de picnic o áreas de descanso al aire libre”, añade el portavoz.
“Estos servicios tienen un costo, vinculado en particular a los costos de personal. Por tanto, se repercute en los precios de venta”, corrobora uno del lado de la empresa APRR, 100 áreas en gestión. Especialista en economía del transporte, Yves Crozet resume bien el modelo económico de las áreas de descanso de las autopistas: “Funciona sobre un sistema de equiparación entre lo gratuito y lo remunerado. Lo que se paga es caro porque hay que cubrir lo que es gratis”, descifra el profesor emérito de Sciences Po Lyon. La ubicación de las áreas de servicio, muchas veces ubicadas en lugares bastante aislados, también afecta los costos de operación. «La logística es cara porque no es fácil entregar tiendas en autopistas», confirma el especialista en gran consumo Olivier Dauvers, quien añade además que estas tiendas, la mayoría de las veces muy pequeñas, «no permiten hacer economías de escala como en distribución masiva».
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El sistema de gestión de tiendas de autopista también conlleva un coste adicional en sí mismo. Estos no son operados directamente por las empresas de autopistas; su gestión se delega en empresas especializadas, mediante licitaciones. Por ejemplo a distribuidores (Carrefour, E.Leclerc y Casino principalmente) oa compañías petroleras, como TotalEnergies, que opera 106 tiendas en autopista a través de su marca Bonjour. A cambio de su funcionamiento, estas empresas deben pagar regalías a las concesionarias de autopistas. «Son muy altos, porque las empresas de autopistas proporcionan a los comerciantes una clientela casi cautiva», señala Olivier Dauvers.
“Las áreas tienen una posición de monopolio, al menos localmente”, abunda Marc Ivaldi, director de estudios de la Escuela de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales (EHESS) y profesor de la Escuela de Economía de Toulouse (TSE). Pocos automovilistas optan por salir de la vía rápida y conducir varios kilómetros para encontrar una panadería donde comprar un refrigerio, en lugar de detenerse en un área de descanso. Sin embargo, según las empresas de autopistas, las tarifas cobradas no tienen impacto en el precio final de los productos. “El nivel de regalías que se nos paga es de alrededor del 3 al 4% de la facturación de las tiendas. Es totalmente marginal en el precio que pagan los clientes”, dice Vincent Fanguet, de Sanef. Entre las otras fuentes de costes, TotalEnergies también destaca «las inversiones para modernizar las áreas», que son «a cargo del 100% de la subconcesionaria».
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Sigue siendo tentador preguntarse si estos precios a veces delirantes no esconden márgenes indebidos. Para Yves Crozet, no se debe hacer un mal juicio. “Hay zonas, en autovías que drenan mucha gente como la A6 o la A7, donde las tiendas son rentables. Pero algunos, que no están muy ocupados en invierno, no lo están”, observa el economista. Olivier Dauvers completa el cuadro: «Carrefour o E.Leclerc siempre preferirán abrir un supermercado a luchar por la concesión de una tienda de conveniencia en la autopista».
Además, estos precios y los ingresos generados tienen al menos la virtud de mantener una excelente calidad de servicio. “En las autopistas donde no hay concesión, como en Bretaña, hay áreas de servicio sin aseos. Ninguna empresa quiere darlo porque es demasiado caro de mantener”, observa Yves Crozet, al tiempo que considera que “sobre todo no” es necesario renovar las concesiones, consideradas como “cajeros automáticos”.
Conscientes de las repercusiones negativas de esta política tarifaria sobre su imagen, las empresas de autopistas compiten con propuestas comerciales. “En diez áreas de nuestra red, garantizamos a nuestros clientes un café a un máximo de 1,10 euros, una botella de agua a 1 euro y una fórmula de almuerzo a 5 euros”, presumen en Sanef. Su competidor APRR ha estado desplegando estaciones de servicio de bajo costo, llamadas Fulli, desde 2019. Aquí lo que se reduce es el precio del combustible y no el de los servicios. “Las 7 estaciones de servicio Fulli ya abren cobran precios equiparables a los de las estaciones situadas fuera de la red de autopistas, presentando precios inferiores entre 8 y 15 céntimos de euro el litro respecto a otras estaciones de autopista”, afirma el ‘negocio.
*El nombre ha sido cambiado.