Stellantis acaba de agregar un ladrillo a su ambiciosa estrategia de economía circular. El grupo automovilístico con 14 marcas crea una joint venture con la belga Galloo, chatarrera convertida en recicladora de metales técnicos y plásticos. Se unirán para gestionar mejor el final de la vida útil de los vehículos, reciclar y reutilizar determinados componentes.
La nueva compañía, operativa desde finales de año, brillará en Francia, Bélgica y Luxemburgo antes de extender su actividad a toda Europa. No se conformará con tratar vehículos antiguos de las marcas Peugeot, Citroën u Opel -las marcas de Stellantis- sino que ofrecerá sus servicios a otros fabricantes.
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Un poco como Renault y Suez, que hace 15 años absorbieron Indra Automobile Recycling, empresa especializada en la demolición y recuperación de componentes fuera de uso de vehículos.
Los fabricantes de automóviles están obligados por la legislación europea a hacerse cargo de la recuperación de los vehículos al final de su vida útil. Pretenden hacer de esta obligación un verdadero negocio. La dirección de Stellantis espera una facturación de 2.000 millones de euros en 2030 en torno a tres ejes: reparación, reacondicionamiento y reciclaje.
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El pasado mes de octubre, el grupo Renault creó su filial, denominada The Future Is Neutral. Objetivo: convertirse en el líder en la economía circular automotriz con una facturación de 2.300 millones de euros y un margen operativo de más del 10% para 2030. ¿Quién dice mejor?