Desde hace nueve años que el tema está sobre la mesa, esta vez parece materializarse. El control técnico obligatorio de las motocicletas será una realidad en Francia. El pasado jueves, el Consejo de Estado dio dos meses al Gobierno para cumplir con la legislación europea, adoptada en 2014, y para emitir un decreto organizando este sistema, cuyos términos se conocerán próximamente.
“El ministro de Transportes, Clément Beaune, presentará los términos y el cronograma de la inspección técnica en los próximos días, nos informan en el ministerio. En esta ocasión se reunirá con las asociaciones de moteros. Se han elaborado dos textos de aplicación que se someterán a consulta pública en breve, para la entrada en vigor de esta medida a finales de año.
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Esta perspectiva preocupa a los motociclistas, que lo hicieron saber alto y claro al desfilar en motocicletas este sábado por la tarde en las calles de París, con fuertes bocinazos. Eran 1500, según la Federación Francesa de Angry Bikers (FFMC), en el origen de este rally. La exasperación fue alimentada por otras dos disposiciones recientes que apuntan a los titulares de licencias de motocicletas, alrededor de 2,5 millones en Francia. “Los conductores de vehículos de dos ruedas se enfrentan a una triple sanción: controles técnicos que habrá que pagar, la implantación de aparcamientos de pago en París desde septiembre y, sobre todo, la de zonas de bajas emisiones (ZFE) en muchas ciudades que privan a muchas personas de acceso a los centros de las ciudades, denuncia Jean-Marc Belotti, coordinador de la FFMC de París y los suburbios interiores, con 10.000 miembros. Esta verificación es innecesaria. Gracias a la reforma del permiso de conducción de motocicletas, se ha producido un descenso del 19% en los accidentes mortales en diez años, con una tasa de mortalidad ligada al mal estado de las motos de tan solo el 0,3%.
La Fédération des bikers de France (FBF), que cuenta con 5.000 miembros, está en la misma onda. “Definitivamente, seguimos opuestos al control técnico, que es una decisión política para complacer a los ambientalistas, dice Christophe Bériol, presidente de la FBF. Como era de esperar, no hace absolutamente nada en términos de seguridad. Además, su implementación sigue siendo muy vaga, en particular sobre el número suficiente de centros y la capacidad de los controladores para controlar estos vehículos de dos ruedas, mientras que algunos no tendrán la licencia y no conocen las motocicletas.
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De hecho, parece poco probable que los centros de control sean lo suficientemente numerosos como para asegurar la cobertura de todo el territorio nacional y que tengan el tiempo necesario para capacitar al personal antes de fin de año. “Vamos a tener dificultades de reclutamiento para los centros de control técnico, reconoce la Federación Nacional de Automovilismo (FNA), que tendrán la tarea de realizar los diagnósticos de las motos. Queremos abrir una reflexión con el ministerio sobre la simplificación de la formación de los controladores técnicos con pasarelas más adecuadas a la profesión.
En realidad, el control técnico del automóvil no se puede comparar con el de las motocicletas. El freno psicológico para dejar tu vehículo de dos ruedas es muy fuerte. “Me costará mucho dejarle mi Harley a alguien que no conozco, porque es algo personal”, admite Patrick, motociclista desde hace cuarenta años. Por otro lado, no es un problema para mí dejar mi coche en la revisión técnica. Además, técnicamente, una motocicleta no se maneja como un automóvil. “Es más inestable que un coche. Pesa 400 libras. No es fácil moverse. ¿Qué sucederá si el controlador lo deja caer?”, pregunta Patrick.
Temores también expresados por el FNA tras su reunión con el director de gabinete de Clément Beaune, en mayo. “Debemos tener aclaraciones sobre el manejo de la moto, el levantamiento o no del vehículo, la periodicidad del control, expresamos a la FNA. Necesitamos saber los controles a realizar, la factibilidad del control de ruido de vehículos dentro del centro, porque ya tenemos mucho ruido espurio”.
Por último, económicamente, los moteros creen que este control técnico es equiparable a una nueva tasa. “Será un impuesto adicional, cuyo importe podría rondar los 50 euros. No le veo el uso. Ya realizo un diagnóstico de los puntos cruciales de mi moto para no poner en peligro mi vida”, comenta Antoine Bertiau, estudiante de prácticas en la École Supérieure du Bois de Nantes, conductor de una Yamaha 600 Fazer.
Para mostrar su desacuerdo, la FFMC está planeando mítines frente a los centros de control de automóviles. Algunos moteros no descartan acciones este verano. “No nos abstenemos de realizar operaciones de puñetazos, especialmente en varios lugares de la caravana del Tour de Francia, para ser escuchados”, advierte Christophe Bériol.