Es una gran piedra que podría meterse en los zapatos del bando presidencial. Este jueves, cinco años después de su aprobación en la Asamblea Nacional a costa de divisiones en la mayoría, el Senado examina la ratificación del tratado de libre comercio Ceta, este controvertido acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Canadá, aplicado de forma provisional desde su Adoptado por el Parlamento Europeo en 2017, aún no ha sido ratificado por el Parlamento francés porque nunca fue presentado a los senadores, en particular debido a la pandemia de Covid-19. Para sorpresa del gobierno, los comunistas decidieron, algo rarísimo, incluir un texto ejecutivo en la agenda de su nicho parlamentario, este día reservado a las iniciativas de un grupo de la oposición. Con miras a rechazarlo.
Este golpe político sacude al campo de Macron, mientras el campo europeo está atravesado por el movimiento campesino. Lo que puso de relieve sus preocupaciones sobre los acuerdos de libre comercio. El jueves, en el Palacio de Luxemburgo dominado por la derecha, los macronistas se saben amenazados. Se preparan para enfrentarse a una alianza que va desde la izquierda hacia los Republicanos (LR). “No debes ser ingenuo. Es una explotación en plena campaña europea”, insistió el lunes en BFM Business el ministro de Comercio Exterior, Franck Riester.
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El líder de los senadores de LR, Bruno Retailleau, promete un voto en contra: “Hoy nos opondremos a Ceta, como lo habríamos hecho hace cinco años si nos hubieran presentado el texto”, advierte. “Debemos enviar un mensaje a la Comisión Europea: se acabó el tiempo de la ingenuidad. Nuestros agricultores están atrapados en una mandíbula que los está aplastando, con un libre comercio injusto en las fronteras de Europa, por un lado, y una excesiva administración interna”. Esta opinión es compartida en los escaños de la izquierda. «No somos, en principio, hostiles a los acuerdos comerciales, pero queremos una moratoria sobre los que se están negociando actualmente y una reorientación de todos los demás, incluido el de Canadá», resume el socialista Didier Marie. El senador también señala el “desprecio” del ejecutivo, que no se “dignó” a incluir este proyecto de ley en la agenda del Senado, tras su aprobación en la Asamblea. “Una negación de la democracia”, a sus ojos.
En Matignon, Gabriel Attal ensaya el argumento de su gobierno. El Primer Ministro distingue el Ceta, del que se beneficiarían los productores franceses de vino y queso, del tratado del Mercosur con los países de América del Sur, al que Francia se opone. “Cualquier acuerdo comercial no debería desecharse”, confió recientemente a Le Figaro. “Hacer creer a la gente que podemos privarnos de todos los acuerdos comerciales es mentirles a los agricultores. Tendremos que explicar a quienes exportan que se les privará de salidas”.
Aunque una mayoría parece capaz de rechazar este texto el jueves en el Senado, la izquierda todavía teme intentos de obstrucción por parte de los macronistas. Incluso algunos senadores del grupo centrista Unión, que podrían querer ganar tiempo e impedir una votación sobre el texto, mediante una moción para remitirlo a comisión. “Normalmente deberíamos poder llegar hasta el final”, asegura un habitual de la Cámara Alta.
En caso de fracaso del bando presidencial, el simbolismo sería fuerte. El gobierno podría intentar llegar a un acuerdo entre diputados y senadores, mediante la convocación de una comisión mixta (CMP). Otra posibilidad, la más probable, sería «dejarla escapar», afirma el socialista Didier Marie, a la espera de una peligrosa segunda lectura en la Asamblea, donde Gabriel Attal no tiene mayoría absoluta.
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Un grupo de la oposición podría acelerar esta votación aprovechando el texto. La amenaza ya la plantea el jefe de los diputados comunistas, André Chassaigne: “Si Ceta es rechazado en el Senado, incluiremos el texto (en el orden del día, ndr). ¡Si ambas Cámaras del Parlamento francés se niegan a ratificar el tratado, se producirá desorden a nivel europeo! Sobre todo porque el “día reservado” de su grupo está previsto para el 30 de mayo, pocos días antes de las elecciones europeas del 9 de junio. Suficientes para sacudir a la cabeza de la lista del bando de Macron, Valérie Hayer.
En la práctica, sin embargo, un rechazo del tratado por parte del Senado y luego de la Asamblea podría tener consecuencias limitadas. El Gobierno no está obligado a notificar a las instituciones europeas la decisión del Parlamento, que no suspende la aplicación provisional del acuerdo. Éste es el método adoptado por Chipre. El primer ministro Gabriel Attal tenía previsto viajar sin demora a Ottawa el 10 de abril con su ministro Franck Riester. Primer viaje internacional fuera de la Unión Europea del jefe de Gobierno. Su lejano antecesor, Manuel Valls, fue el último en visitarlo, en 2016.