Martes 15 de septiembre de 1998. En el número 116 de Green Street, en el Soho, en pleno centro de Nueva York, la fiesta está en pleno apogeo. Poco más de un año después de su nombramiento al frente de las colecciones femeninas de Louis Vuitton, el estadounidense Marc Jacobs celebra la apertura de una tienda de fabricación de baúles en este barrio de moda de Manhattan. Entre los invitados, Kate Moss: 1992-1994, el sueño antiamericano, abraza al diseñador para una fotografía. En la muñeca de “la ramita”, un Tank Française de Cartier, un modelo que, desde su lanzamiento dos años antes, ha cosechado un gran éxito. Con su aspecto deportivo, su pulsera de metal integrada en la caja y su línea radical, sigue la tendencia minimalista del momento, defendida por diseñadores como Calvin Klein, Jil Sander, Helmut Lang y Donna Karan.

No es de extrañar, entonces, que las modelos la adoren, como su colega, compatriota y amiga, la supermodelo Naomi Campbell, también fanática del Tank Française y de la Panthère Vendôme de Cartier. “En los años 90, la mayoría de las modelos llevaban reloj”, señala Brynn Wallner de la cuenta de Instagram @dimepiece. Aunque sólo sea por razones prácticas, dado que el teléfono inteligente no existe, todavía es hacia nuestra muñeca hacia donde nos volvemos para mirar la hora. Pero también y sobre todo porque el sector relojero, como el de la perfumería, se hace con modelos de moda para convertirlos en sus musas. A mediados de los años noventa, Claudia Schiffer encarna así la era Chanel con algunos anuncios que celebran los relojes Première, Matelassé y Mademoiselle (la rubia alemana también regresó hace tres años para el vigésimo aniversario del J12, el icono relojero de la casa). Por la misma época, en 1995, Cindy Crawford firmó con Omega, de la que sigue siendo socia hoy, ahora junto a su hija, Kaia Gerber. «Es difícil saber si estas chicas llevaban los relojes que amaban o aquellos de los que eran embajadoras contractuales», continúa Brynn Wallner.

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No es el caso de la australiana Elle Macpherson, conocida como “The Body”, que, por gusto personal, adopta Rolex masculinos, en particular el Daytona y el Sky-Dweller. Lanzando así, mucho antes de tiempo, la moda de los relojes masculinos llevados holgadamente en las muñecas de las mujeres, sólo para «adjuntar» un poco de potencia. Otra gran estrella de la década, Christie Brinkley, tampoco ha dejado nunca su Rolex, un Explorer II. Una fotografía de 1990 lo inmortaliza como la encarnación perfecta del cowboy americano: camisa de cambray, vaqueros descoloridos, sombrero, cinturón enorme… Y un gran reloj.

Pasan los años y estos preciados complementos no achican, sino todo lo contrario. En el cambio de milenio, cuanto más grande sea el reloj, mejor. Los modelos XXL lanzados por el americano Michael Kors han cosechado un éxito increíble entre el gran público. En las alfombras rojas o durante las veladas de moda, tampoco es raro encontrarse con el famoso Five Time Zone del joyero Jacob Arabo. Bajo el nombre de Jacob

Comercializado por primera vez en 2002 –por entonces 5.500 dólares–, su Five Time Zone presenta, además de las agujas centrales, las horas de Nueva York, Los Ángeles, Tokio y París, cada una “encerrada” en cuatro pequeñas esferas diferentes. color. En menos de un año, este reloj ha conquistado a los nombres más importantes: Jay-Z, Bono, Pharrell Williams y, en el ámbito de la moda, Gisele Bündchen. En mayo de 2002, incluso hizo una incursión en las páginas de la revista Elle, en la muñeca de una escultural Naomi Campbell con un bikini a juego: el estilismo fue de Carlyne Cerf de Dudzeele, la fotografía fue de Gilles Bensimon. “En aquel momento, adoptar este tipo de modelo era un verdadero prejuicio, una forma de demostrar que tenías estilo”, recuerda Brynn Wallner. Por eso es bastante “cool” ver el contraste entre estos modelos esbeltos y estos relojes XXL. » A lo largo de los años, Five Time Zone se ha convertido en un símbolo de éxito y de un estilo de vida extravagante, rico en abrigos de piel coloridos, pantalones deportivos de terciopelo Juicy Couture y conjuntos adornados con logotipos.

Otro tiempo, otras costumbres… Veinte años después, los relojes de las modelos se han reducido hasta el punto de que, al otro lado del Atlántico, los profesionales hablan ahora de «relojes diminutos» para designar a estos modelos tan finos, apreciados por Bella Hadid y Kendall Jenner. Estas jóvenes, también influyentes, de tendencia “nepo baby” (término que designa a los hijos de celebridades a quienes algunos acusan de explotar la notoriedad de sus padres para lograr sus fines), sienten especial cariño por la Panthère de Cartier y la Royal Roble de Audemars Piguet para el primero, Baignoire (todavía de Cartier) para el segundo. Prueba de que las grandes referencias de la relojería siguen siendo hoy valores seguros… “El reloj aquí es un simple accesorio que completa su conjunto más que una verdadera forma de destacar”, analiza Brynn Wallner.

Sólo Hailey Bieber, modelo/influencer/empresaria, con 50,7 millones de suscriptores en Instagram y esposa de la estrella del pop canadiense Justin Bieber, lo está haciendo bien en el juego de la relojería. Al elegir lucir el Nautilus de Patek Philippe, el Lady DateJust de Rolex pero también el Royal Oak (nuevamente) de Audemars Piguet en versión mini, a menudo adornado con diamantes, la joven demuestra un gusto asertivo. “Aunque sean relojes que todo el mundo conoce”, continúa el fundador de Dimepiece. El simple hecho de elegir piezas pequeñas, previamente descuidadas, demuestra que sabe lo que hace. » Y dada su inmensa influencia entre las generaciones más jóvenes que descifran los más pequeños de sus conjuntos, ¡los relojeros pueden decirle gracias!