Amélie Férey es investigadora en ciencias políticas y relaciones internacionales en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI). Su trabajo se centra en particular en el conflicto palestino-israelí.
LE FIGARO.- Ismaïl Haniyeh, líder de Hamás, debe viajar a Egipto, país implicado en la mediación en el conflicto entre Israel y Hamás, para discutir un alto el fuego en Gaza. Estas negociaciones sugieren una segunda pausa en el conflicto. ¿Qué pasa con las conversaciones sobre una tregua?
Amélie FÉREY. – El principal tema de las negociaciones cristaliza en torno a las exigencias de Hamás, que exige un alto el fuego inmediato. El movimiento islamista busca reorganizar sus tropas y recuperar fuerzas reuniendo combustible y suministros. Debilitado por los incesantes ataques de las FDI durante dos meses, Hamás busca sobre todo asegurar su supervivencia, presentando el fin de los combates como condición sine qua none para la liberación de los rehenes que aún mantiene. Desde la última liberación en noviembre pasado, los prisioneros restantes son en parte rehenes civiles, incluidos hombres ancianos que padecen enfermedades crónicas. Entre sus filas también figuran mujeres soldados del ejército israelí que custodiaban los puestos de control atacados por combatientes islamistas el 7 de octubre. A cambio de esta liberación, Hamás también espera tener el control de la lista de prisioneros políticos palestinos detenidos en el Estado judío y que podrían ser liberados por Israel.
Del lado israelí, ¿tiene Benjamín Netanyahu la intención de poner fin a las hostilidades?
El escenario político israelí es muy complejo. El Estado judío se está preparando para las elecciones y después de Netanyahu, que no tiene ningún interés en que cese la guerra. El jefe de Estado afirmó que no se marchará hasta que la ofensiva contra Hamás acabe con la erradicación del movimiento. Actualmente, el jefe de Estado israelí, en cambio, hace llamados a la extrema derecha israelí y busca dar un nuevo impulso a la ofensiva militar, cuyo resultado sigue siendo incierto. Mohammed Deïf [líder de la milicia armada de Hamás, nota del editor] y Yahya Sinwar [líder de Hamás y presunto autor intelectual del 7 de octubre, nota del editor] aún no han sido asesinados. El debilitamiento de Hamás aún no es evidente.
¿Goza el Primer Ministro israelí de un apoyo unánime entre su población para un alto el fuego?
El debate sobre la extensión de la operación militar está fracturando a la sociedad israelí. Por un lado, las familias de los rehenes presionan al Primer Ministro porque les gustaría volver a ver a sus seres queridos. Las FDI también han sido atacadas desde la muerte de tres rehenes israelíes, asesinados a tiros por el ejército israelí mientras ondeaban una bandera blanca. El sistema de selección de objetivos militares israelí está siendo cuestionado, especialmente después de las revelaciones sobre el uso de inteligencia artificial para sugerir objetivos. También hay que tener en cuenta el número de soldados hebreos que caen bajo las balas de Hamás: 132 soldados han muerto desde el inicio de las operaciones. En Gaza, la guerra es urbana y la infantería israelí está más expuesta a los ataques del movimiento islamista. Pero el cese de los bombardeos divide: dentro de la población israelí, cuando algunos abogan por un alto el fuego para repatriar a los soldados, otros exigen más bombardeos para permitir que el ejército israelí continúe su ofensiva. Algunos van incluso más allá al afirmar que los rehenes restantes deberían ser sacrificados para que Hamás pueda ser erradicado permanentemente.
Otros proponen volver a ocupar Gaza. En efecto, esto significaría trasladar a los habitantes de Gaza que sobrevivieron a las bombas al vecino desierto del Sinaí, situado en Egipto. Esta hipótesis es un escenario oscuro para el país, que también pesa en la balanza de las negociaciones. El reino teme que este traslado de población sea permanente y por eso presiona a Hamás para que establezca un alto el fuego.