Casi un año después del hundimiento del submarino Titán, que mantuvo en vilo al mundo entero, aún se desconocen los motivos de su implosión. Pero es posible que investigadores de la Universidad de Houston, Texas, hayan resuelto el misterio. Este sumergible turístico, fletado por la empresa estadounidense OceanGate, desapareció el 18 de junio mientras se sumergía hacia los restos del Titanic, a casi 4.000 metros de profundidad. Se habían desplegado importantes recursos en la zona, con la esperanza de encontrar a los cinco pasajeros, entre ellos el científico francés Paul-Henri Nargeolet, pero finalmente se encontraron restos en el fondo del mar.
La tesis de la implosión rápidamente se vio favorecida. Así lo confirma un estudio publicado a mediados de abril en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), informa en particular la revista estadounidense Newsweek. Para los científicos detrás de este trabajo, las “micro” imperfecciones en el casco del sumergible, hecho de una aleación de titanio y fibras de carbono, fueron la causa del desastre.
Al final de las simulaciones por ordenador, los científicos de la Universidad de Houston concluyeron que las imperfecciones del casco del Titán, agravadas por viajes marítimos anteriores, podrían haberlo hecho vulnerable a la deformación bajo la presión del agua. En ese caso, el sumergible habría alcanzado un punto de ruptura y toda la estructura se habría derrumbado, subraya en un comunicado Roberto Ballarini, profesor de ingeniería civil y responsable del estudio. Aunque las fibras de titanio y carbono son muy fuertes, son muy delgadas y vulnerables a la deformación. Por tanto, cualquier imperfección debilita enormemente la estructura general.
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“La integridad del Titán podría haberse visto comprometida por los daños causados a los materiales utilizados en su casco, acumulados durante los numerosos viajes que realizó antes de su implosión”, explica el científico, señalando “las inevitables imperfecciones” ligadas a su fabricación. . Antes de embarcar, el oceanólogo Paul-Henri Nargeolet había confiado a sus allegados que “no tenía confianza en este nuevo submarino fabricado en material compuesto”. Sin embargo, quería estar allí, “por la belleza de la expedición”.
El 18 de junio de 2023, cinco personas murieron a bordo del Titán, apenas unas horas después de abandonar la superficie: el jefe de OceanGate, Stockton Rush, el francés Paul-Henri Nargeolet, de 77 años, el empresario británico Hamish Harding, de 58 años, el paquistaní Shahzada Dawood, de 48 años, y su hijo Suleman, 19 años. Varios restos fueron encontrados en el fondo marino, a unos 500 metros de los restos del Titanic, en el Atlántico Norte.