Un hombre juzgado por torturar y matar a Brayan, un niño de 10 años, en Toulon, durante una sesión familiar a puerta cerrada, fue condenado a cadena perpetua el viernes. La tía y la madre del niño fueron condenadas a 10 y 7 años por tortura y barbarie. La pena máxima, con un período de seguridad de 22 años, fue impuesta a Arnold, el principal acusado. Una pena más severa que los 30 años de prisión penal solicitada por la fiscalía el jueves.
En marzo de 2020, Sonia, de 46 años, madre de Brayan, había aceptado alojar por unos días a Emilie, de 32 años, hermana menor de su exmarido, y al reciente compañero de este último, Arnold, de 30 años, en sus tres -recambios en Toulon. Pero unos días después, el encierro transformó lo temporal en duradero, y Arnold tomó cada vez más control sobre las dos mujeres y los niños: Brayan, de 10 años, su hermana de 13 y su primo, hijo de Emilie, de edad avanzada. 12.
En mayo, los niños no regresaron a la escuela y Arnold, que les mostró muchas películas de acción, les ofreció un «campamento militar». El entrenamiento degeneró rápidamente debido a los ataques de violencia relacionados con el alcohol de Arnold. Las dos mujeres y los niños se convirtieron alternativamente en víctimas y verdugos. Bajo la dirección de Arnold, “todos los puntos de referencia y códigos sociales y familiares fueron hábilmente borrados. La violencia se desarrolló progresivamente, de forma insidiosa, con el pretexto de endurecerse y superarse”, señaló el jueves el Abogado General Thibault Appert.
La tía y la madre fueron condenadas el viernes a 10 y 7 años respectivamente por actos de “tortura y barbarie”. El fiscal solicitó contra ellos 15 y 10 años de prisión. La noche del 4 al 5 de junio de 2020, Sonia llevó a su hijo a urgencias pero ya había fallecido por edema cerebral, vómitos en los pulmones, el cuerpo cubierto de hematomas, restos de escarificaciones, quemaduras….
Brayan había pedido abandonar el «campamento», lo que sólo creó animosidad a su alrededor. Luego sufrió numerosas palizas y abusos, en los que todos los demás ocupantes del apartamento participaron de una forma u otra, aunque las cuentas de cada uno fluctuaran.