Le Figaro Niza
En un contexto de amenaza terrorista y casi dos meses después del bárbaro asesinato de Dominique Bernard, en Arras, las escuelas están en alerta en los cuatro rincones del país. Cuando se detecta un comportamiento anormal, o incluso una amenaza, la consigna es simple: tolerancia cero. En este sentido, la dirección del colegio Julio Verne de Cagnes-sur-Mer (Alpes Marítimos) llamó a la policía nacional, el viernes 8 de diciembre, después de que un adolescente de doce años fuera detenido en posesión de un arma corta dentro de las instalaciones del establecimiento. Información revelada por Nice Matin y confirmada el miércoles en Le Figaro por la fiscalía de Grasse y el rectorado de Niza.
Sólo que el arma no era real. Una respuesta, ciertamente muy convincente, pero nada más que una pistola de aire comprimido que el colegial se había llevado consigo por valentía, para impresionar a sus amiguitos. “En el estado actual de la investigación y el seguimiento de los hechos, esto es lo que ha constatado el establecimiento”, confirma el rectorado. Pero insistir: “¡Aunque sean falsos, no traemos este tipo de objetos a la escuela!” Por eso el joven aún terminó en el puesto. Sin embargo, no fue puesto bajo custodia policial “a causa de su edad”, afirma el presidente de la fiscalía. También continúan las investigaciones para determinar la categoría del arma. Luego de lo cual, corresponderá a la fiscalía cerrar el caso o iniciar un proceso contra el joven involucrado. Este último también será convocado próximamente a un consejo disciplinario en el colegio.
Como recordatorio, el artículo 132-75 del Código Penal precisa que “se considera arma cualquier objeto que pueda representar un peligro para las personas, siempre que se utilice para matar, herir o amenazar o esté destinado, por parte de la persona que lo porta, matar, herir o amenazar”. Además, “se considera arma cualquier objeto que, presentando […] un parecido que pueda crear confusión, se utilice para amenazar de muerte o de herir o que la persona que lo porta tenga la intención de amenazar de muerte o de herir. Por último, el hecho de amenazar a una persona con una imitación de arma es suficiente para provocarle el temor que ya caracteriza el delito de “violencia con portación de arma”.