El sistema jurídico del derecho internacional utiliza una variedad de tratados sobre guerra y paz para regular cómo debería ser la relación entre estados soberanos y qué es realmente un estado. La definición se basa, entre otras cosas, en la llamada teoría de los tres elementos, que el abogado constitucionalista Georg Jellinek introdujo alrededor de 1900.

Un Estado debe tener tres características: debe incluir un territorio nacional en el que viva una población nacional y se ejerza el poder estatal; en Alemania, por ejemplo, del pueblo mediante elecciones y votaciones, pero también a través de órganos legislativos ejecutivos ( legislativo), la jurisprudencia (judicial) y el poder ejecutivo (ejecutivo).

Según el politólogo estadounidense Francis Fukuyama, un estado es una organización política que ejerce una autoridad centralizada sobre un área definida y su población. Gracias a las leyes y la jurisprudencia el orden puede prevalecer.

También describe cinco características que tiene un estado: además de una autoridad central fuerte, como un presidente o un monarca, un territorio fijo, una forma complicada de religión, una fuerza policial o militar controladora y un determinado sistema de clases.

Si un Estado cumple principalmente los atributos reconocidos por el derecho internacional, este Estado puede existir mientras nadie lo discuta. Sería útil que otros estados también lo reconocieran como tal. Sin embargo, esto no es un requisito para existir, pero sí ofrece un cierto nivel de protección como parte de una comunidad.

Por ejemplo, sólo los estados reconocidos pueden convertirse en miembros de las Naciones Unidas, de importancia internacional. Cualquiera que busque reconocimiento puede ahora recibirlo en forma de reconocimiento de iure o de facto.

Un Estado que cumple todos los criterios y recibe pleno reconocimiento se reconoce como de iure, es decir, de conformidad con la ley o lo legal. Esto ya no puede ser sacudido. El reconocimiento de facto reconoce las características estatales y confirma el control del gobierno sobre un área, pero todavía hay dudas sobre la legalidad.

Para ser reconocido, desde la perspectiva del derecho internacional, no debe haber duda, por ejemplo, de que un Estado que ha sido declarado soberano no lo logró mediante mala conducta o mediante actos de violencia. Según la ONU, por ejemplo, esto viola principios básicos del derecho internacional.                        

A través de tratados y declaraciones oficiales, otros estados pueden reconocer o no a un estado emergente. Teóricamente, esto también es irrelevante, ya que estados como Palestina e Israel pueden no ser reconocidos por todos los estados del mundo, pero hay evidencia real de que tanto el territorio como el pueblo y el poder estatal se han unido y han declarado su existencia.

Las cosas se vuelven problemáticas para los Estados que sólo son reconocidos de facto, pero no sólo cuando se desarrollan conflictos sangrientos. En muchos aspectos se les considera ajenos a nivel internacional y, en ocasiones, se les excluye de los intereses financieros, diplomáticos y otros intereses políticos globales. Esto puede limitar la capacidad de funcionamiento de los Estados.

Además, los estados controvertidos garantizan que los diferentes estados del mundo tomen lados diferentes, lo que puede conducir a conflictos a escala global.