Hay largometrajes que nos hacen preguntarnos cómo los duendes de la financiación pública pudieron parirlos… Longing, del cineasta israelí Savi Gabizon, es uno de ellos.

Longing, una coproducción entre Canadá e Israel, es una nueva versión del largometraje en hebreo Ga’agua, dirigida por Gabizon en 2017. En una versión norteamericana en inglés. Protagonizada por Richard Gere como un rico soltero y hombre de negocios de Nueva York; Suzanne Clément como su ex, una francófona que está pasando apuros en Ontario; y Diane Kruger como una enigmática profesora de secundaria.

Después de enterarse simultáneamente de la existencia y muerte de su hijo por parte de su ex, Daniel se unirá a ella en Canadá para el funeral. El personaje de sesenta años volverá a la paternidad tardía (Gere tiene 74 años) al descubrir la historia de su hijo al que nunca conoció. ¡Y hasta verá al abuelo! Desafortunadamente, su búsqueda es más ridícula que moverse.

¿Qué ocurre? Los giros y vueltas son incómodos. Daniel encuentra personajes en cada momento de su camino, cada uno tan improbable como el siguiente: el mejor amigo de su hijo y su novia; el director del colegio donde estudió su hijo; un padre reunido frente a la tumba de su hija en el cementerio. Además, ¡todos actúan como si Allen todavía estuviera vivo!

Filmada en Hamilton y Kitchener-Waterloo, Longing tiene los ingredientes de una mala película para televisión, aunque no lo suficientemente mala como para convertirse en una película de culto. Sin embargo, algunas escenas, como la pelea entre Daniel y el padre de la ex rubia de Allen (Alex Ivanovici, caricatura), que está «en libertad condicional», le recuerdan a su esposa, le recuerdan al famoso nabo The Room…

El único interés de Longing es ver en pantalla a tres artistas conocidos. Con su mirada intensa e idiota, Richard Gere interpreta a medias a un héroe que se disculpa constantemente. Suzanne Clément parece perdida en la niebla medicada de Rachel. Y Diane Kruger es falsa en la piel de esta profesora de una universidad francófona donde todo el mundo habla inglés.

Con sus diálogos risibles y torpes, su guión sin sentido y su dirección fotográfica digna de un infomercial de Destination Ontario, Longing es una película que caerá en el olvido tan pronto como salga del cartel.