En la suntuosa y flamante biblioteca nacional de Jerusalén, unas 240 sillas están dispuestas en arco. En cada uno de ellos, la foto de un rehén israelí y un libro que se supone corresponde a él. En cada silla hay un retrato de un rehén, un llamamiento a su liberación y una obra que «refleja su personalidad, sus aficiones, sus vínculos con su familia o su profesión», explica a la AFP el director de la biblioteca nacional, Oren Weinberg.
El nuevo edificio de la biblioteca, ubicado frente a la Knesset, el Parlamento de Israel, que alberga más de cinco millones de libros y publicaciones periódicas, así como miles de textos raros, abrió sus puertas el mes pasado. Pero la semana de festividades prevista fue cancelada por la guerra entre Israel y Hamás. “Quizás esa era la menor de nuestras preocupaciones, teniendo en cuenta lo que sucedía a nuestro alrededor”, admite el director.
Cuando las sirenas sonaron en Jerusalén ese día, los curadores se apresuraron a conseguir una colección de manuscritos raros para exhibirlos para la inauguración. Ahora se encuentran en estanterías subterráneas mecanizadas, a salvo de posibles huelgas.
Desde entonces, la instalación ha documentado digitalmente el ataque del 7 de octubre, incluidos testimonios de supervivientes, recopilando imágenes y vídeos. El personal también realizó entrevistas con las familias de los rehenes.
“Una cosa es poder recoger testimonios”, explica a la AFP Rachel Neiman, portavoz de la biblioteca. “Otra cosa es poder organizarlos, preservarlos y ponerlos a disposición de los historiadores en el futuro”.
Del lado israelí, el ataque de Hamás dejó 1.200 muertos, en su mayoría civiles asesinados el 7 de octubre, según las autoridades. En represalia, Israel bombardea la Franja de Gaza, donde Hamás tomó el poder en 2007. Más de 14.100 personas han muerto en el territorio palestino desde el inicio de la guerra, según el gobierno de Hamás.