Cuando se abre el salón de alcaldes, el tema de la violencia repetida cometida contra funcionarios electos debería estar en boca de todos. Al recibir a los alcaldes de los municipios afectados por la violencia urbana el 4 de julio en el Elíseo, el Presidente de la República quiso demostrar el apoyo de la Nación a estos pilares de la democracia. A través del plan nacional para prevenir y combatir la violencia contra los funcionarios electos, el gobierno quería demostrar que estaba tomando la iniciativa. Sin embargo, tengamos cuidado de que los efectos duales mediáticos y políticos del tema no provoquen errores de análisis. Si bien es evidente que debemos condenar con la mayor firmeza la violencia verbal y física cometida contra funcionarios electos, evitemos atajos y simplificaciones.

Ciertamente, hay un aumento de la violencia contra los funcionarios electos, pero del mismo modo que asistimos a un aumento de la violencia cometida contra los profesores, contra los magistrados, contra los agentes de policía, contra los comerciantes, contra los agricultores, contra los profesionales de la salud… De hecho, es la sociedad como un conjunto que se vuelve cada vez más violento y los funcionarios electos, como otros, están pagando el precio. Si bien obviamente no debemos resignarnos a esto, sería un error centrarnos únicamente en los funcionarios electos. En nuestros territorios siempre hemos sido receptáculos del sufrimiento social y social que se expresa a través de comportamientos cada vez más violentos. Lo vimos en la época de los “chalecos amarillos” contra los parlamentarios, luego durante la crisis sanitaria con los antivacunas. Pero a pesar de todo eso, el nivel local sigue siendo aquel en el que la relación entre los funcionarios electos y los ciudadanos sigue siendo más pacífica; aquel donde el vínculo de confianza no es una fachada precisamente porque estamos “al alcance de una bofetada”. Con pocas excepciones, el malestar democrático no se expresa a nivel local.

Lo nuevo, sin embargo, es que la violencia está corrompiendo progresivamente el debate político nacional, incluso en el hemiciclo, en los escaños de la Asamblea Nacional… pero todavía no en los del Senado. Como si la violencia se hubiera convertido en la mejor manera, si no la única, de expresar las propias convicciones y la propia diferencia. La pérdida de puntos de referencia en el debate político nacional –esos diques que caen uno tras otro– perjudica sin duda a la democracia local.

La violencia a la que nosotros, los electos locales, nos enfrentamos a diario es la dificultad de cerrar nuestros presupuestos, de gestionar la complejidad normativa total, de llevar a cabo la misión de servicio público local, de estar constantemente en el horno y en el molino. . Pero lo logramos y lo aceptamos porque es la regla del juego cuando uno se involucra en política para ejercer un mandato local. Y ciertamente no queremos que se nos designe como víctimas. Mantenemos nuestro rumbo, el de ofrecer y compartir esperanza y una alternativa a esta violencia que trae consigo los males de nuestra sociedad. No desanimemos a quienes quieren meterse en política porque los necesitamos más que nunca. No alimentemos la crisis de vocaciones asustándolas. La violencia máxima para nosotros sería renunciar a nuestro compromiso republicano.

Lista de firmantes:

François-Xavier Priollaud, alcalde de Louviers, vicepresidente de la Región de Normandía, miembro de la delegación francesa en el Congreso de Autoridades Locales del Consejo de Europa;

Thibaut Guignard, alcalde de Plœuc-L’Hermitage y presidente de la delegación francesa en el Congreso de Autoridades Locales y Regionales del Consejo de Europa;

Los siguientes miembros del Congreso:

Véronique Bertholle, teniente de alcalde de Estrasburgo;

Xavier Cadoret, alcalde de Saint-Gérand-le-Puy;

Zohra Darras, consejera departamental del Somme;

Christian Debeve, asesor regional del Gran Este;

Pauline Forestie, teniente de alcalde de Montauban;

Karine Gloanec-Morin, asesora regional del Centro Val de Loire;

Françoise Grolet, consejera regional del Gran Este;

Stéphane Haussoulier, presidente del Consejo Departamental de Somme;

Mélanie Lepoultier, vicepresidenta del Consejo Departamental de Calvados;

Véronique Pacaut, teniente de alcalde de Autin;

Benoît Pilet, teniente de alcalde de Angers;

Catherine Quignon, alcaldesa de Montdidier.