Le Figaro Burdeos
Después de la ola de calor y los 44° grados en los pasillos del Hospital Universitario de Burdeos, llega el mal tiempo. Y cuando se dice lluvia en la maternidad de Pellegrin, no se dice sólo botas y hules en los pasillos: también llueve en los vestuarios de las matronas. Tanto es así que una lona, conectada a un cubo de basura mediante un tubo, actúa como desagüe. “Ya tenemos esta lona desde hace dos años. Pensábamos que esta solución era temporal, pero es duradera. La habitación se llena de agua en cuanto hay tormenta o llueve durante varios días seguidos”, advierte una matrona del departamento. Y ésta no es la única preocupación que pesa sobre los cuidadores de la mayor maternidad de Francia, donde nacen cerca de 6.000 niños cada año.
El domingo y el lunes los circuitos de calefacción y agua caliente sanitaria del segundo piso del edificio fallaron. En la unidad canguro, que acoge a bebés frágiles y prematuros, es imposible que los bebés y las madres se bañen o se duchen hasta que la situación se restablezca el martes. En cuanto a mantener el calor, la escasez de mantas viejas disponibles ha obligado a los padres a traer edredones y pijamas abrigados de casa. “Estábamos congelados”, testimonia un cuidador que estima la temperatura en las habitaciones en 19° grados el domingo, en una alerta por correo electrónico enviada a la CGT Pellegrin. Además de los problemas de higiene que plantea la presencia de edredones privados en un hospital, el equipo médico está desesperado.
“Ya estamos tan ocupados y cansados con nuestro trabajo como cuidadores que no tenemos tiempo para librar las batallas de la construcción al mismo tiempo. Son crisis de corto plazo, pero poner parches ya no es suficiente… Es dramático”. Especialmente, según las parteras, los lugares en construcción no les ofrecen salas de descanso ni baños desde hace más de un año. Para hacer sus necesidades tienen que acudir al destartalado armario de las salas de parto. Todo ello, mientras que ciertos elementos de seguridad del servicio también funcionan mal. Llamados a utilizar formalina (sustancia clasificada en la categoría 3 de sustancias cancerígenas) para la conservación de determinadas placentas que deben enviarse para análisis, el equipo médico asegura que no tienen capucha, ni gafas ni guantes de protección necesarios. Contactado sobre este punto, el Hospital Universitario de Burdeos no pudo responder a nuestras preguntas.
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Y la maternidad de Pellegrin no es la única que sufre la llegada del otoño. En el Hospital Universitario de Burdeos la calefacción se regula según las fechas del calendario y no según el termostato. El resultado: en el sitio de Haut-Lévêque, hasta hace poco todavía no estaba iluminado, a pesar de que las temperaturas ya bajaban a 12 grados por la noche. “Hay pacientes que tiemblan. Y como nos faltan mantas, les ponemos dos, tres o cuatro sábanas y se quedan vestidos con sus abrigos en la cama”, revela Franck Ollivier, secretario departamental de Sud Santé Sociaux, a Le Figaro.
¿Qué pasa con las goteras en el techo? Lamentablemente, la maternidad de Pellegrin no tiene esta prerrogativa. “Cuando te mueves por el hospital, hay lugares con lonas y baldes, hay otros. Además, es agua sucia, lo que crea problemas de higiene y de olores”, describe Sud Santé Sociaux, que alertó a la dirección sobre el tema el 22 de septiembre, según correos electrónicos consultados por Le Figaro. “El director nos dijo que iba a reiniciar sus equipos técnicos y listo”, desespera el sindicato.
Contactada, la dirección asegura que “ya se han realizado los trabajos de reparación del tejado” y que la lona del vestuario de maternidad “fue mantenida esta semana para garantizar que la impermeabilización estuviera bien asegurada durante las fuertes lluvias”. Debería ser eliminado en los próximos días. Activada este fin de semana en la sala de maternidad, la calefacción “se reinició” en el sitio de Haut-Lévêque, precisó también el miércoles el Hospital Universitario de Burdeos.