Veinticinco años después de firmar el Estatuto de Roma, Armenia ratificó el martes su membresía en la Corte Penal Internacional (CPI). En un momento en el que el enclave armenio de Nagorno-Karabaj ha sido anexado y Armenia, a su vez, está abiertamente amenazada por Azerbaiyán y Turquía, que miran su frontera sur para conectar sus dos países, el Parlamento armenio, por 60 votos contra 22, se expresó a favor de la adhesión definitiva a la jurisdicción independiente. Una decisión que acogió con agrado la ministra francesa de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, durante su visita a Ereván. “La lucha contra la impunidad de los crímenes es una condición para la paz y la estabilidad”, recordó en X, (antes Twitter).
Según Ereván, esta adhesión permite conceder «garantías adicionales para Armenia» frente a Azerbaiyán, afirmó el martes Eghiche Kirakosian, responsable de asuntos de justicia internacional. Una posible invasión de Armenia «entrará (ahora) dentro de la jurisdicción de la CPI», lo que tendrá un «efecto disuasorio», explicó en la apertura de la sesión parlamentaria.
De hecho, “la ratificación del Estatuto de Roma por parte de Armenia le da la posibilidad de llevar ante la CPI posibles crímenes cometidos contra sus nacionales, si no puede hacerlo ante sus propios tribunales”, explica Yves-Marie Dupuy, especialista en derecho internacional público. . Pero sólo los actos cometidos en Armenia quedan bajo la jurisdicción de la CPI. Sin embargo, la República de Nagorno-Karabaj, que anunció su disolución el 1 de enero de 2024, tras la guerra relámpago de Bakú, no forma parte del territorio de Armenia. Y Azerbaiyán, que ahora controla el enclave, no es parte del Estatuto de Roma.
Por lo tanto, la acción de Armenia es más bien una reacción estratégica, considera Yves-Marie Dupuy. Con esta adhesión, Ereván marca una distancia sin precedentes de Rusia, ya que Armenia ahora está obligada a arrestar al presidente ruso Vladimir Putin, objeto de una orden de arresto, si este visitara su territorio. Si esta obligación es relativa -el Presidente Lula advirtió en septiembre que Putin no será arrestado si asiste a la próxima cumbre del G20 en Brasil, aunque sea parte del Tratado de Roma-, marca una clara ruptura entre la ex república soviética y Moscú, vinculados durante 30 años por el tratado de seguridad colectiva OTSC que compromete a Rusia a proteger a sus vecinos en caso de agresión territorial.
Han pasado varios meses desde que el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, al sentirse abandonado por el Kremlin, intentó acercarse a Occidente. Si insistió en que esta ratificación no estaba dirigida a Rusia, sino que era necesaria para garantizar que su país estuviera protegido por el derecho internacional frente a Azerbaiyán, no sorprende que Moscú reaccionara con fuerza. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, criticó la decisión «equivocada» y dijo que dudaba de que fuera «correcta desde el punto de vista de las relaciones bilaterales».
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“Es una apuesta extremadamente peligrosa, porque Armenia está echando más leña al fuego en su relación bilateral con Moscú”, analiza el geopolitólogo Tigran Yegavian. “Debemos entender que Armenia camina sobre la cuerda floja: cada paso en falso puede ser fatal. Todas las industrias estratégicas, electricidad y gas, fueron vendidas a los rusos por el antiguo gobierno armenio. El 95% del armamento de las fuerzas armenias procede de Moscú. Ante esta dependencia económica, energética y de defensa de Rusia, Armenia todavía tiene mucho que perder”, subraya el geopolitólogo. «Cuando no se tiene influencia, la realpolitik recomienda guardar silencio».
Del lado occidental, varias voces saludaron la decisión de Armenia, entre ellas el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell. «Cada adhesión al Estatuto de Roma acerca a la comunidad internacional a la participación universal y fortalece el deseo común de poner fin a la impunidad», dijo en un comunicado. “En un momento en el que corren el riesgo de cometerse graves abusos en todo el mundo, la decisión de Armenia de ratificar el Tratado de Roma envía un fuerte mensaje de que la era de absoluta impunidad para estos crímenes está llegando a su fin”, dijo la ONG Human Rights Watch. También declaró este miércoles.