Bercy había preparado los ánimos a principios de mes al anunciar que el déficit superaría “significativamente” las previsiones del gobierno. El hacha del INSEE cayó este martes por la mañana. El déficit público finalmente caerá al 5,5% del PIB en 2023, o 154 mil millones de euros. Una revisión que, de paso, sitúa a Francia entre los tontos de la zona del euro. La deuda alcanza el 110,6% del PIB tras el 111,9% a finales de 2022.
Aunque esta explosión era esperada y anunciada desde hace varios días por el gobierno, sigue siendo un golpe a la credibilidad económica de Francia en la escena europea y ante los mercados financieros. Las adjudicaciones de las agencias de calificación se esperan dentro de un mes.
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Francia se había comprometido ante Bruselas a limitar el aumento de su déficit al 4,9% para 2023, tras el 4,8% en 2022, es decir «un deterioro de 15.800 millones de euros con respecto a las últimas previsiones», según una publicación de Thomas Cazenave en las redes sociales. Este deslizamiento se debe, en particular, a unos ingresos mucho menores de lo esperado el año pasado (más de 7 mil millones menos que las previsiones del gobierno). “Los ingresos se desacelerarán significativamente en 2023: aumentarán un 2,0% después del 7,4% en 2022”, explica el INSEE. Por tanto, Francia se está desviando significativamente de la trayectoria presupuestaria que había prometido seguir. Esto debería llevarle a reducir progresivamente su déficit hasta el 2,7% de aquí a 2027. A partir de ahora, Bruno Le Maire, más cauteloso, se contenta con jurar que el ejecutivo mantendrá su compromiso de pasar «a toda costa» por debajo del 3%. al final del mandato de cinco años.
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Pero el creciente déficit del año pasado hace que ese objetivo sea aún más difícil de alcanzar. Por el momento, el ejecutivo sigue dejando de lado la opción de aumentar los impuestos, mientras que el nivel de las deducciones obligatorias disminuyó el año pasado hasta el 43,5% del PIB, frente al 45,2% del PIB. La solución sigue siendo reducir gastos. En 2023 aumentaron un 3,7%, una ligera desaceleración respecto a 2022 (4%). Pero esta disminución en un año está lejos de ser suficiente. Así, para este año, el Gobierno ya ha puesto en marcha un plan de ahorro de emergencia de 10.000 millones de euros para evitar demasiados desvíos en las cuentas públicas. Un esfuerzo presupuestario que habrá que “completar”, según la fórmula de Emmanuel Macron. Para el próximo año, el ministro de Presupuesto, Thomas Cazenave, ya ha anunciado que serán necesarios recortes de gastos de al menos 20.000 millones de dólares. Peor aún, según el Tribunal de Cuentas, estos ahorros, aunque colosales, no serían suficientes. De hecho, estima, por su parte, que sería necesario recortar no menos de 50 mil millones de euros en el gasto público de aquí a 2027 para alcanzar el objetivo presupuestario.