Que levante la mano quien nunca haya hecho un “Kamé Hamé Ha”. “Durante diez años pensé que lo había dominado, que se me iba a salir de las manos. En el patio de recreo, todo el mundo intentaba imitar a los personajes de Dragon Ball, especialmente a Son Goku”, recuerda Mario, analista del sector bancario, que hoy tiene 26 años, con una nostalgia teñida de humor. Este gesto -un ataque que consiste en concentrar toda la energía del cuerpo, que forma una bola de energía entre las manos, e impulsarla de un solo golpe con fuerza hacia el oponente- es uno de los referentes culturales más poderosos de los últimos tiempos. cuarenta años. La historia se lo debe a un hombre, Akira Toriyama, creador de Dragon Ball, cuya muerte, a los 68 años, fue anunciada el viernes 8 de marzo.
El manga de culto, inspirado en una novela china del siglo XVI, cuenta la vida y las aventuras de Son Goku, el prodigio de las artes marciales, desde su infancia. Los 42 volúmenes, elaborados entre 1984 y 1995, han vendido más de 260 millones de ejemplares en todo el mundo, según el sitio especializado Mangazenkan, de los cuales 30 millones en Francia. Y ha dado lugar a numerosas adaptaciones: tres series de animación (Dragon Ball, Dragon Ball Z y Dragon Ball GT), videojuegos y numerosas secuelas como la reciente Dragon Ball Super.
Los franceses descubrieron el fenómeno en la televisión en 1988. La serie apareció en TF1 el 2 de marzo de 1988, en el Club Dorothée. El entusiasmo es inmediato. El miércoles por la mañana, hasta el 65% de los niños entre 4 y 14 años se encuentran frente a la estación. En ocasiones, las partituras llegan a más de 1,5 millones de espectadores. “El éxito es colosal, toda una generación se ha alimentado de dibujos animados japoneses gracias a TF1. Culturalmente, fue muy importante, explica a Le Figaro Olivier Richard, autor de Akira Toriyama, el maestro del manga (Glénat, 2011, 144 páginas). Dragon Ball es la Star Wars del manga. Es un manga que pasa de padres a hijos, como un vinilo de los Rolling Stones”. Con el tiempo, los franceses se han convertido en los segundos consumidores de manga del mundo, detrás… de los japoneses.
“Es la obra mayor, el pilar, la referencia. Ningún manga sería lo que es hoy sin Dragon Ball”, coincide Mario, cuyo personaje favorito es Son Gohan, hijo de Son Goku. Clément, de 47 años, es también uno de aquellos cuya infancia estuvo marcada por las andanzas del héroe principal. “Crecí en el Club Dorothée, era un verdadero lugar de encuentro. Y cuando me perdí un episodio de Dragon Ball, entré en pánico. A veces solo tenía partes de la trama, lo cual era muy frustrante”, recuerda el publicista.
Fue en 1993 cuando la abundante saga, publicada por Glénat, llegó a las estanterías de las librerías francesas. “Fue inmediatamente el alfa y omega del manga en Francia. Dragon Ball permitió que toda una generación entendiera qué era este arte. Y los lectores adolescentes finalmente tuvieron un cómic que cumplió con sus expectativas. Las nociones de asombro y descubrimiento eran muy fuertes, explica Benoît Huot, director editorial de manga de Glénat. Los personajes tienen la edad de sus lectores, al menos inicialmente, lo que hizo que la identificación fuera inmediata. A medida que los volúmenes avanzan, crecen, progresan y enfrentan dilemas y complejidades de la historia”.
“El universo estaba totalmente fuera de lo que estábamos acostumbrados a ver”, afirma Jean, de 30 años, que recordará su encuentro con Dragon Ball “toda [su] vida”. “Estaba en un supermercado en Angers y tenía la costumbre de ir corriendo a la sección de libros mientras mis padres hacían la compra. Descubrí este objeto japonés, que se lee de izquierda a derecha… Recuerdo sentarme a leerlo. Y nunca me abandonó”.
Como todos los gigantes de la “cultura pop”, Dragon Ball crea vínculos entre entusiastas de todo el mundo. Los foros están repletos de debates al respecto y eventos como la Expo de Japón le otorgan un lugar de honor. “Hice verdaderos amigos hablando de manga en las redes sociales. Con el tiempo, nos encontramos en convenciones o durante los estrenos de películas de animación, dice alegremente Marwan, de 24 años. Algunos de mis amigos lloraron cuando se enteraron de la muerte de Akira Toriyama. Para algunos está vacío, porque Dragon Ball les ha acompañado toda su vida.