Las impresionantes imágenes siguen marcando la mente de las personas, dos meses después del incidente ocurrido el pasado 5 de enero en un vuelo Portland-Ontario. Aunque no se reportaron heridos, el episodio de la puerta arrancada del Boeing 737 Max de Alaska Airlines sigue siendo traumático. Tanto es así que tres pasajeros presentes en el avión ese día decidieron presentar una denuncia y reclamar nada menos que mil millones de dólares (o algo más de 920.000 euros) en daños y perjuicios, según información revelada por The Independent. Estos últimos, Amanda Strickland y Kyle Rinker, una pareja de Portland, Oregón, así como un tercer pasajero también de la misma ciudad, Kevin Kwok, se encontraban en las inmediaciones de la puerta cuando ésta se abrió repentinamente y se desprendió a 16.000 metros de altitud. pies (casi 5 km sobre el suelo).

En una imagen difundida en X (antes Twitter) por uno de ellos al día siguiente de la tragedia, podemos ver el vacío dejado por los daños y sólo podemos imaginar el miedo que experimentaron los pasajeros. “Como resultado del daño horrible y potencialmente mortal, Kevin Kwok, Kyle Rinker y Amanda Strickland sufrieron graves lesiones mentales, emocionales y psicológicas, incluido estrés postraumático, así como lesiones físicas”, se lee en la denuncia distribuida por su Abogado, yo, Jonathan W. Johnson.

Preguntado al respecto por el canal de noticias local KGW-TV, este no se anduvo con rodeos, incriminando directamente a la aerolínea estadounidense Alaska Airlines: “El problema es que habían recibido varias advertencias sobre el ‘estado de este avión (…) Creo que sabían que este avión no podía volar sobre el agua.’ «Parte de sus problemas recientes se debe a que utilizan subcontratistas para la producción de determinadas piezas, y no necesariamente garantizan que respetan los mismos protocolos de seguridad», añade.

Lea también Puerta arrancada: las infinitas desgracias del Boeing 737 Max

Varios otros pasajeros ya habían presentado una denuncia contra Boeing en enero. Entre ellos, siete demandantes habían pedido una indemnización mucho menor, 1.500 dólares, alegando que muchos de ellos habían resultado heridos durante el incidente y desde entonces habían sufrido hemorragias nasales y de oído, numerosos hematomas y dolores de cabeza.

«Esta pesadilla ha tenido importantes consecuencias económicas, físicas y emocionales que, naturalmente, han afectado profundamente a nuestros clientes», afirmó su abogado, el señor Daniel Laurence, que ya cuestionaba la calidad de los modelos 737 Max de Boeing. Para él, este drama “constituye un preocupante episodio oscuro” que involucra “a los aviones que ya están en dificultades de la serie 737 Max”.