Le Figaro Burdeos
Es una serpiente marina que empieza a tomar forma. Burdeos, una de las únicas grandes ciudades francesas que no dispone de metro, prevé desarrollar este medio de transporte de aquí a 2040. Considerado durante mucho tiempo imposible de realizar, el metro es ahora objeto de un importante estudio encargado por Bordeaux Métropole, que acaba de publicó sus primeras conclusiones, con varias rutas potenciales y un coste importante.
Este estudio confiado a la empresa Artelia consideró cinco “corredores”. Todos tienen varios puntos en común: situados dentro de la circunvalación, conectan la margen derecha con la izquierda a lo largo de unos veinte kilómetros, abarcan grandes proyectos urbanos, el centro de la ciudad y la estación de tren de Saint-Jean. Cuatro de estos corredores son más o menos iguales y conectan cada uno de ellos el campus de Pessacais de la Universidad de Burdeos con la estación Buttinière, en Lormont, pasando por el centro de la ciudad. La quinta ruta prevé seguir los bulevares. Entre estas cinco posibilidades, los funcionarios electos elegirán dos que serán estudiadas en detalle, antes de determinar cuál es la más factible.
“El metro es Arlésienne, hablamos de ello desde hace más de 30 años”, recuerda Christine Bost, presidenta socialista de Bordeaux Métropole. La electa, que se muestra favorable “personalmente” a la idea de un metro en el área urbana, precisa sin embargo que el objetivo de la metrópoli es “realizar un estudio profundo y serio que no desaloje nada, que nos permita examinar punto por punto la viabilidad, la operatividad y la sostenibilidad financiera de dicha inversión. Sólo una vez evaluados los aspectos técnicos y financieros, los electos metropolitanos tendrán que tomar una decisión.
Si el proyecto ya es un sueño -o una pesadilla- para algunos, no se está considerando para el futuro inmediato. De hecho, la metrópoli ha adoptado un plan de movilidad, cuyo objetivo es responder a los desafíos de los viajes en el territorio de aquí a 2030. Está previsto mejorar y desarrollar la red de transporte metropolitano, hacer más fluidas las conexiones entre las dos orillas del Garona, desarrollar el RER metropolitano, crear líneas de autocares y autobuses expresos, reducir el espacio para los coches y aumentar el de los peatones y las bicicletas, para “descarbonizar la movilidad”. El metro es parte del futuro, como elemento de la metrópoli del futuro.
Si bien la metrópoli habrá invertido 3.300 millones de euros hasta 2026 en toda la movilidad, tanto en términos de inversiones como de costes operativos, la creación de la futura línea de metro por sí sola podría costar más de 3.000 millones de euros. Un coste especialmente significativo. Por lo tanto, además de su viabilidad, debe demostrarse su eficacia.
La comunidad apuesta por un “escenario medio de aumento de la población del 1,25% al año”, precisa Clément Rossignol, alcalde ecologista de Bègles y vicepresidente de la metrópoli. A este ritmo, los 28 municipios de la conurbación deberían haber alcanzado el millón de habitantes en 2038. En ese caso, la red de transporte existente podría verse saturada. Por ejemplo, la línea A del tranvía, que recibe cada día a más de 100.000 pasajeros, tiene una capacidad máxima de transporte de 120.000 pasajeros. El metro podría albergar a muchos más, y al mismo tiempo iría mucho más rápido que el tranvía.
A finales de 2024, se deberán completar las tres fases del estudio y “un corredor habrá sido analizado técnica y financieramente”, explica Emmanuel Sallaberry, alcalde de Talence y concejal metropolitano. El objetivo es estudiar la viabilidad de este metro «sin ningún dogma», recuerda el electo, para «disipar muchas ideas preconcebidas y tal vez saldar una responsabilidad». El metro, ideado en 1986 por Jacques Chaban-Delmas, fue abandonado por su sucesor Alain Juppé en favor de la vuelta del tranvía. Con un recorrido de 82 kilómetros, el tranvía hoy parece haber llegado a su límite, aunque se prevén varios escenarios, como pasarlo por el puente levadizo más grande de Europa.
Cuando se menciona la idea de un metro, todavía persisten temores tenaces en la mente de los bordeleses, señalan los funcionarios electos, en particular sobre los riesgos relacionados con la excavación de túneles, ya que los habitantes se han dado cuenta de la fragilidad del su ciudad milenaria durante el derrumbe de dos edificios en la rue de la Rousselle en 2021. El estudio determinará de una vez por todas si estos temores se basan o no en riesgos reales. A medida que se acercan las elecciones municipales de 2026, “es posible que este sea un tema de campaña”, reconoce Christine Bost. Siempre que el estudio haya demostrado que este faraónico proyecto es efectivamente viable.