Fue en 2016 cuando François conoció a un compañero de apoyo por primera vez, dieciséis años después de recibir un diagnóstico de esquizofrenia. Una experiencia salvadora que luego le saca “la cabeza del ahogamiento”. «Me di cuenta de que se podía tener una vida satisfactoria con un trastorno mental». Nacida en el ámbito de las adicciones en el siglo XIX – con grupos de bebedores – la práctica de la ayuda entre pares en salud mental consiste, para los pacientes que padecen trastornos psicológicos y ahora «recuperados», en apoyar a los enfermos apoyándose en su «conocimiento experiencial». ”, para ayudarlos a su vez a encontrar el camino hacia la recuperación.
Este concepto no designa la cura del trastorno sino “el hecho de aceptar la enfermedad, de encontrar cómo vivir con ella conociendo sus fragilidades y sus puntos fuertes”, explica Bérangère Mandet, asistente de gestión de Espairs, una plataforma de ayuda entre pares creada en 2020 en Lyon.
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A su vez, François trabaja ahora como asistente social en Espairs. Un trabajo que le permite “sacar algo positivo de esta dolorosa experiencia”. En concreto, el apoyo puede adoptar la forma de entrevistas individuales o de grupos de discusión, según la práctica, y su contenido «depende sobre todo de lo que la gente espera de él».
“En la primera reunión les digo que los problemas son un obstáculo en el camino, pero que hay esperanza”. Comparte con ellos su propia experiencia, las herramientas que le ayudaron y les invita a encontrar las suyas propias para afrontar sus dificultades: gestión de sus visiones o de sus voces, fase de depresión, miedo a la recaída… “Se trata de devolverles el poder actuar mientras todavía hay mucha infantilización en la psiquiatría”.
Si bien el enfoque está ganando terreno en Francia, otros países lo han integrado desde hace mucho tiempo. “Siempre hay desgana ante lo nuevo”, explica el padre Nicolas Franck, director del centro de la margen izquierda de Vinatier y ferviente defensor de la asistencia entre pares. “Algunos colegas también mantienen una visión paternalista de la psiquiatría, donde son ellos quienes deciden por sus pacientes”.
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Poco a poco, “la fuerza del ejemplo logra vencer las desganas” y la práctica, que durante mucho tiempo permaneció informal y voluntaria, se profesionaliza. En Francia han surgido varios cursos de formación, “que tienen como objetivo preparar a los candidatos para compartir sus conocimientos experienciales, trabajar en instituciones, conocer las etapas de la recuperación y otras herramientas de la psiquiatría”. Para François, la formación también “le dio legitimidad frente a los cuidadores”, lo que, en su opinión, le complementa.
Plataformas como Espairs (que interviene directamente o en el entorno hospitalario) se están desarrollando y los hospitales contratan cada vez más ayudantes asalariados: Le Vinatier tiene 14, asociados al itinerario asistencial, y otros puestos a disposición a través de Espairs. “Su presencia es fundamental para un trato respetuoso con las personas”, opina el psiquiatra. “Los trastornos de salud mental todavía están estigmatizados y vistos con un pronóstico muy desfavorable. Tener embajadores de la recuperación lo convierte en un horizonte realista para los cuidadores, los pacientes y la población en general”.
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