Por primera vez en su historia, el Sindicato de la Magistratura participa activamente en la Fête de l’Humanité, el gran banquete anual de la izquierda comunista que se celebra este año en Essonne. La segunda organización sindical de magistrados, que representa alrededor de un tercio de la profesión, presentará un stand los días 16 y 17 de septiembre junto al Sindicato de Abogados, asiduo al evento.
El anuncio de su llegada rápidamente generó una polémica: la de una politización de la justicia y los magistrados. El ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, reaccionó con fuerza el miércoles por la noche. El ex abogado se dijo «exasperado» e «impotente» ante «un cierto número de errores» por parte del Sindicato de la Magistratura (SM). También recordó que la organización sindical «había asumido la causa de los alborotadores» durante la violencia urbana que siguió a la muerte de Nahel a principios del verano.
El SM respondió con un comunicado de prensa, en el que asumía “participar, colectivamente, en el movimiento social”. “También se menciona expresamente en los estatutos públicos de nuestra organización desde hace más de cincuenta años: “Este sindicato es autónomo y sitúa su acción en el movimiento social” (art.2)”. El sindicato insiste: participan en la Fête de l’Humanité como “magistrados militantes en un marco sindical” y no como “jueces “politizados”.
El programa del sindicato para este fin de semana es, sin embargo, inequívoco. El domingo habrá un debate sobre “la cuestión de seguridad o el “orden” desbordante”. Este sábado se celebró una mesa redonda sobre “controles de identidad y violencia policial”. Magistrados y abogados sindicales se turnaron para hablar, sentados bajo una carpa blanca, ante una cincuentena de espectadores que aplaudieron cada una de sus declaraciones. Todos hablaron sin matices: la policía está reprimiendo violentamente a los manifestantes.
«Cuanto más frecuentamos a la policía, menos confianza tenemos en ella», lanzó en el preámbulo de la mesa redonda Laurence Roques, abogado y ex presidente de la Unión de Abogados de Francia (SAF), sentado en el centro. Antes de asegurar unos minutos después que su acción “no es una declaración de guerra contra la policía, sino una declaración de amor a la democracia”. A través de sus manifestaciones jurídicas, mencionando texto de ley tras texto de ley, todos los oradores se posicionaron como garantes de la democracia.
Para el SM y el SAF, el papel de la policía no es “reprimir” a los manifestantes. Porque manifestarse es un “derecho fundamental consagrado en la Declaración de Derechos Humanos”. Una referencia directa a las palabras del ministro del Interior, Gérald Darmanin, que había calificado de “crimen” las manifestaciones espontáneas, tras la utilización del 49.3 por parte del gobierno. Para Nathalie Tehio, abogada del colegio de abogados de París y miembro de la oficina nacional de la Liga de Derechos Humanos, hoy es incluso “peligroso” ir a manifestarse.
Esta mesa redonda no dejó lugar a contradicciones. Ningún orador había sido invitado a desempeñar ese papel. Y cuando un espectador calificó de “alborotadores” a los jóvenes que quemaron edificios y equipamientos públicos durante la violencia urbana, uno de los oradores no dudó en corregirla con una sonrisa: “¿Te refieres a la gente que se rebeló? Las “revueltas” contra el gobierno… ¿legítimas entonces?
Todos los ponentes de la mesa redonda coincidieron también en un tema: la falta de independencia de la justicia, y en particular en el contexto de la “violencia policial”. “El fiscal que imparte justicia en un caso de este tipo es responsable de supervisar el trabajo de los agentes de policía. ¿Cómo puede investigar a personas con las que colabora cada día?”, argumentó Albertina Muñoz, jueza de ejecución de penas del Tribunal de Bobigny y miembro del SM.
Para este juez, la palabra del policía, ante el tribunal, debe ser puesta en duda. “En España los jueces no se basan únicamente en los atestados policiales en el caso de comparecencia inmediata. Pero traen a todos, a todos los testigos, al lugar del crimen”. Albertine Muñoz también cree que muchos de sus compañeros “están en negación o incluso paralizados ante la violencia policial”.
Sin embargo, los magistrados deben respetar un deber de reserva. Según el artículo 10 de la orden estatutaria de 22 de diciembre de 1958, “toda deliberación política está prohibida al poder judicial. Está prohibida a los magistrados cualquier manifestación de hostilidad al principio o forma de gobierno de la República, así como cualquier manifestación de carácter político incompatible con la reserva que les imponen sus funciones.
No es la primera vez que los magistrados se encuentran en el centro de una controversia de este tipo. La del “muro de los idiotas” fue una de las más rotundas. En los locales del Sindicato de la Magistratura se encontró un conjunto de fotografías de figuras políticas, magistrados y periodistas, entre ellos varios de Le Figaro, pero también de padres de víctimas de crímenes de alto perfil, bajo un término infame. Un hecho que tuvo un efecto desastroso en la opinión pública. El SM pretende convocar este sábado a una movilización para “cambiar la situación”. Lejos de su deber de reserva.