Anas El Gomati es politólogo y director del Instituto Sadeq de Estudios Libios. Analiza las catastróficas inundaciones que dejaron más de 2.300 muertos en Libia a la luz de un contexto político muy inestable.

LE FIGARO.- ¿Eran predecibles las inundaciones? ¿Previó el Ejército Nacional Libio tal catástrofe? Anas EL GOMATI.- Sí, las inundaciones eran hasta cierto punto predecibles. Los meteorólogos habían advertido sobre posibles lluvias intensas y los riesgos que podrían derivarse. Por supuesto, es difícil predecir exactamente este tipo de eventos y su escala, pero las señales estaban ahí.

El Ejército Nacional Libio, liderado por el mariscal Khalifa Haftar y que controla gran parte de Libia, particularmente el este del país, así como las instituciones que lo rodean, ha dado poca importancia a estas advertencias, tan ocupado estaba con otras prioridades. Por nombrar sólo algunos, el acuerdo entre bastidores para bloquear las elecciones y crear un octavo gobierno interino con Dbeibah, el imperativo de pagar al grupo Wagner o incluso garantizar que se mantenga el conflicto en Sudán. Los intereses del pueblo han sido completamente dejados de lado.

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En este sentido, se descuidó criminalmente el mantenimiento de la presa que falló. Claramente tampoco fue monitoreado cuando ocurrió el desastre. Las operaciones de evacuación de la ciudad tampoco estuvieron debidamente preparadas. Los establecimientos de salud reaccionaron muy rápidamente a pesar de todo y hoy están pasando apuros. Pero el desastre los alcanza. Es urgente prestar ayuda a las zonas afectadas, incluso si la situación es confusa en el lugar, donde los residentes buscan a sus familias bajo los escombros o en el mar.

¿Tienen las instituciones los medios para responder a este drama humanitario? Dada la prolongada inestabilidad política y la división existente en el país entre dos gobiernos rivales, los recursos son limitados. A pesar del gran esfuerzo de ciertos sectores de las instituciones, a pesar de la gente en el terreno que está trabajando para hacer frente a esta tragedia nacional, existe un gran déficit de infraestructura, mano de obra y materiales, esenciales para acudir en ayuda de los desplazados. rescatar a los heridos o buscar a los desaparecidos. Esta catástrofe es un pequeño apocalipsis.

La población necesita no sólo la movilización nacional sino también la ayuda internacional, en particular para proporcionar agua potable y alojamiento a los 40.000 desplazados. El Gobierno occidental (GNU) está enviando convoyes humanitarios pero no tiene acceso a las zonas afectadas del este. Desde 2021 el acceso está bloqueado.

¿Puede la situación política ser un obstáculo para la ayuda desplegada por el país y las ONG extranjeras? La situación geopolítica es muy compleja en Libia, marcada por facciones rivales e intervenciones externas, y esto puede dificultar la llegada de ayuda. Los mercenarios del grupo Wagner que trabajan para el Ejército Nacional Libio controlan los puntos de cruce entre el este y el oeste de Libia, en el centro del país por donde necesariamente transitarán los convoyes humanitarios occidentales.

Y las ONG y los periodistas extranjeros encuentran muchos obstáculos administrativos porque el Ejército Nacional Libio no quiere que los medios circulen libremente. A esto se suma la destrucción de determinadas carreteras que en ocasiones impiden llegar a determinadas zonas de desastre.

¿Qué impacto tendrán estas inundaciones en la reconstrucción del país? Estas inundaciones añaden un paso más a la ya difícil y monumental tarea de reconstruir el país. No sólo son sinónimo de destrucción inmediata, sino que también ponen de relieve la fragilidad de la infraestructura del país. Esta catástrofe nos recuerda la urgente necesidad de celebrar elecciones democráticas lo más rápido posible. Los funcionarios electos locales, que tanto faltan, habrían estado atentos a las necesidades de la población.