Le dio su nombre artístico a Johnny Hallyday. Lemoine Gardner Ketcham, más conocido por su famoso seudónimo Lee Halliday (sin la primera y) falleció el martes 5 de septiembre, a la edad de 95 años. Fue él, el bailarín y cantante de music hall nacido en Estados Unidos, a quien Youth Idol siempre consideró su “padre del corazón”.
El vínculo emocional y casi paternal que unía a estos dos acróbatas es parte de la leyenda de Jean-Philippe Smet alias por supuesto Johnny Hallyday… habiendo reemplazado la i después de un simple error ortográfico. Su historia comienza así. A finales de la década de 1940, Lee Halliday se enamoró de Desta, una prima de Johnny. Los dos amantes de las acrobacias acogen al niño abandonado. Con ellos y con Menen, la hermana de Desta, y con «los Halliday», el niño pasa de un programa a otro durante diez años. Es natural que adopte el seudónimo de Halliday cuando él mismo comience a volar solo en 1959.
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En 1960, Lee finalmente dobla el histórico error ortográfico en un 45 rpm que cambia la «i» por «y». Un año más tarde, «el padre del corazón», se convierte naturalmente en el empresario de Johnny y para marcar aún más su filiación artística adopta a su vez este seudónimo de Hallyday que trae suerte.
Johnny y Lee en 1980 en Tahití
Johnny, qui n’aura que très peu connu son vrai père Léon Smet, redira toute l’affection qu’il portait à Lee lors d’une interview donnée au milieu des années 60: « Il y a beaucoup de gens à qui je dois muchas cosas. Pero Lee Halliday es seguramente la persona en mi vida que fue mi padre, quien me crió, quien me enseñó un poco de baile.
Hasta 1979, Lee (ahora Hallyday) grabó casi todos los discos de Johnny. Contó esta epopeya dos veces en libros de recuerdos: el primero, publicado en 1964, se tituló simplemente Lee Hallyday le dice a Johnny. El segundo, estrenado en 2000, coautor de Desta Hallyday y titulado Johnny, la infancia de una estrella, será más íntimo. Al leerlo finalmente entendimos por qué durante toda su vida Jean-Philippe Smet consideró a Lee como su mentor, su padre de corazón y, sobre todo, un verdadero padre que no lo había abandonado.