Nuevo episodio del enfrentamiento entre algunos de los puertos más turísticos del mundo y el sector de los cruceros. Después del centro histórico de Venecia en 2021, Barcelona ha tomado la decisión de cerrar su puerto más céntrico a los cruceros. Según señaló el presidente del puerto, Lluís Salvado, la terminal Norte, situada a diez minutos de la Rambla, verá partir su último barco el próximo 2 de octubre.
Esta decisión es fruto de un acuerdo firmado en 2018 entre la ciudad y las autoridades portuarias. En un futuro más o menos próximo, todos los cruceros deberían ser redirigidos a Moll DOSSAT, un puerto más al sur y más remoto, donde ya están operativas cinco de las siete terminales. El muelle de la terminal Norte será devuelto a residentes y visitantes tan pronto como se abra la competencia de vela de la Copa América, para el inicio del año escolar 2024.
Según cifras de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (Clia), en 2022 desembarcaron en Barcelona 2,25 millones de pasajeros, principalmente en días soleados. Una afluencia que supone una bendición para el municipio pero también un coste ecológico, denunciado por varias asociaciones como Transportes y Medio Ambiente. La ONG todavía había definido en 2022 Barcelona como el peor puerto en términos de contaminación provocada por los cruceros. Una polémica similar agitó el año pasado el puerto de Marsella.