“Un pequeño hongo está revolucionando la oferta terapéutica: la trufa de psilocibina”, se lee en el aperitivo. “Las últimas investigaciones científicas han demostrado que tiene efectos muy beneficiosos sobre la depresión, la ansiedad y las adicciones. ¡También es extremadamente efectivo ya que una sola dosis es suficiente para percibir los beneficios!” continúa el comunicado de prensa. Objetivo: vender la estancia wellness más delirante del inicio del curso escolar: «El primer retiro psicodélico 100% legal y en francés». Organizado por Tangerine Retreat, agencia especializada fundada en los Países Bajos en enero de 2023, el “buen viaje” tendrá lugar del 12 al 14 de septiembre.
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“Las mandarinas son pequeñas naranjas con un sabor dulce y amargo, como experiencias psicodélicas que a veces pueden ser difíciles, a veces extáticas, pero siempre beneficiosas”, dice Arnaud Beauregard, su creador. El hombre no es un científico pero tampoco un fanático y nunca ha sido un yonqui. Politécnico y empresario desde hace treinta años en Telecom, este parisino afincado en Londres dice: «Nunca tomé drogas, ni alcohol, que por cierto era un inconveniente, ni psicodélico alguno hasta que leí el libro de Michael Pollan, Viajes al borde del mundo. Mente, que también es un documental (cuyo título original es ‘Mira cómo cambiar de opinión’) disponible en Netflix'». Hace diez años, las “terapias alternativas” entraron en su vida. “Entrené, lo hice. Y después de un retiro de habla inglesa basado en la psilocibina en los Países Bajos, quise desempeñar un papel”, continúa.
«Los psicodélicos son el camino real fuera del desarrollo personal», afirma. Una forma de autocurarse como no lo permite la hipnosis, que también es un estado de conciencia modificado pero que requiere la intervención de un tercero. Me pareció la terapia definitiva porque delante de un terapeuta siempre hay una influencia. Holanda lo permite. Pero Inglaterra y Francia lo prohíben. «Todavía hay muchos estigmas, rumores que impiden su desarrollo», lamenta este trotamundos que recuerda: «Cuando era pequeño me decían: ‘si lo tomas te tirarás por la ventana’. »
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¿Se están exagerando realmente los temores sobre las setas «mágicas»? “Los psicodélicos son las drogas menos peligrosas en términos de mortalidad. No hay adicción. Después de un viaje, no tienes ganas de empezar de nuevo, porque no es la sustancia lo que cura sino la experiencia”, continúa Arnaud Beauregard. Pero el consumo de setas alucinógenas no está exento de riesgos. A principios de verano, en París, murió un consumidor. Francia los ha incluido en la lista de estupefacientes desde 1990. La posibilidad de un «mal viaje» sigue siendo inherente al tratamiento.
Nuestro emprendedor busca tranquilizar. A su alrededor trabajan «facilitadores», practicantes que no son médicos. “No es un retiro médico, no estamos en terapia”, insiste Arnaud Beauregard. Las contraindicaciones limitan los registros. La alergia a los hongos no permite el consumo de trufas de psilocibina.
Sobre todo, el candidato al viaje no debe tomar antidepresivos y sus antecedentes familiares no deben mostrar casos de patologías de tipo esquizofrenia. Y es que esta enfermedad puede aparecer antes de los 30 años (de media) por lo que la edad mínima requerida es 25 años. “Rechazamos el 50% de los expedientes”, asegura el operador turístico. Pero sólo puede confiar en declaraciones juradas…
En concreto, la estancia se desarrolla “en una residencia acogedora, propicia para el descanso”. Está «idealmente situado a 45 minutos de la capital holandesa y a 35 minutos del aeropuerto internacional de Schiphol», se lee en el folleto. Siete días antes del retiro, los participantes –en grupos de hasta quince personas– deberán asistir a una videoconferencia. Para llegar “preparados y relajados”, también está prevista una entrevista individual para “discutir temas personales y trabajar aguas arriba en la reactivación de recuerdos traumáticos”. La instalación lleva un día. Un poco como ganar impulso. Porque después «¡es el gran día!» (como está escrito en el programa).
«En un ambiente místico, rico en emociones, cada uno prepara su propio té de trufas con psilocibina». Los facilitadores asesoran a los participantes “mientras les permiten vivir su experiencia de forma independiente durante las 5 o 6 horas que duran los efectos” del hongo. El día termina con una comida vegetariana orgánica. El retiro termina al día siguiente. Pero está prevista una segunda videoconferencia una semana después de la vuelta a la vida normal, con este sabio consejo: «practicar actividades sociales y evitar cualquier tentación de aislamiento». Facturado a partir de 1790 euros, finalmente podemos preguntarnos si no es un poco caro para un té.