Le Figaro Nantes

Pilotos que vuelven varias veces a él para aterrizar su avión. Otros que prefieren dirigirse a otro aeropuerto. Las dos últimas tardes han sido complejas en el cielo de Nantes. El clímax de estas dificultades se alcanzó el lunes por la noche. Nueve aviones no pudieron aterrizar en el aeropuerto de Nantes-Atlantique. Los pasajeros se encontraron entonces lejos de su destino, ya sea en Burdeos, París o Limoges. El martes por la noche, la situación mejoró un poco, por así decirlo, con «solo» dos vuelos desviados al aeropuerto de Charles-de-Gaulle y al aeropuerto de Rennes.

Otros viajeros han experimentado al piloto dando vueltas en el último momento o incluso dando vueltas en el cielo mientras esperaba para aterrizar. Algunos también llegaron a Nantes mucho más tarde de lo previsto con desembarcos pasada la medianoche a pesar del toque de queda vigente. Lo que irrita a los vecinos, movilizados desde la entrada en vigor de esta disposición -el 8 de abril de 2022- que consideran poco respetada.

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Este reciente episodio de caos está lejos de ser el primero. Incluso es un fenómeno recurrente. Ya se había observado en enero y marzo. Entrevistado en su momento por Le Figaro, un conocedor del aeropuerto de Nantes no dijo estar sorprendido. Incluso preveía desvíos de aviones “casi sistemáticos en cuanto la visibilidad no fuera buena” para aterrizajes desde el norte porque “los pilotos no correrán ningún riesgo”. La situación actual parece darle la razón.

Las autoridades, encabezadas por la Dirección General de Aviación Civil (DGAC), son conscientes de los numerosos problemas inherentes al aeropuerto de Nantes. El pasado mes de enero, este último le había explicado a Figaro que se trataba de una “conjunción de varios factores” en el origen de las dificultades observadas. Primero, atribuyó el fenómeno a “condiciones climáticas deterioradas”. Ya sea en enero, marzo o más recientemente, el desorden en el cielo de Nantes se produjo durante episodios de viento combinados con un techo de nubes ubicado a baja altura.

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La segunda explicación presentada por la DGAC evocó “una restricción de aterrizaje adicional implementada desde enero de manera provisional”. Según la jerga técnica, es una “medida de seguridad” que resulta en una “elevación de los mínimos en 300 pies”. Claramente, un piloto debe decidir 90 metros más alto que antes si puede poner su dispositivo en el suelo o debe dar la vuelta.

Problema: En el aeropuerto de Nantes, para los «aterrizajes del sur» cuando el viento sopla del oeste (que es frecuente), los aviones se ven obligados a seguir una trayectoria de 12° fuera del eje con respecto a la pista – como despectivo – para limitar el sobrevuelo de la ciudad. Sobre todo, para esta maniobra, los pilotos se ven privados de cualquier sistema de guiado de alta precisión -llamado ILS- que debería entrar en servicio en 2025 aunque no se confirme nada por el momento.

Mientras tanto, los pilotos deben confiar en una buena visibilidad para poder ver la pista y hacer una aproximación visual. Problema -aquí nuevamente- con la elevación de los mínimos en 300 pies, se incrementa la posibilidad de que las nubes obstruyan la visión de los pilotos. Por lo tanto, es muy probable que nuevos incidentes de este tipo sacudan los cielos de Nantes en los próximos meses.