Al menos 13 civiles han sido asesinados desde el martes 27 de junio por presuntos yihadistas del grupo Estado Islámico en el norte de Malí, dijeron a la AFP dos funcionarios electos locales, que hablaron bajo condición de anonimato.

«La cifra provisional es ahora de 13 muertos, una decena de heridos y centenares de personas abandonando varios pueblos de la localidad de Gabéro», en la región de Gao, dijo un funcionario electo local que precisó que el ejército maliense no estuvo presente en la escena. “Mataron a mucha gente, más de 17 personas”, dijo otra autoridad local. “Todos los jóvenes se han ido. Por lo general, se llevan a los animales. Esta es la primera vez que ellos (los yihadistas) matan así”, agregó.

Las regiones de Gao y Ménaka, más al este, son escenario desde principios de 2022 de una vasta ofensiva del Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS). La violencia dejó cientos de civiles muertos. Las poblaciones se desplazan en masa hacia las ciudades o hacia los campamentos, incluso al otro lado de la frontera con Níger. Diversos observadores y expertos explican que los yihadistas se han sumido en el vacío dejado por la salida en 2022 de la fuerza antiyihadista francesa Barkhane, empujada a la salida por la junta en el poder desde agosto de 2020 que se volvió política y militarmente hacia Rusia.

El 16 de junio, sorprendiendo a todos, el ministro de Asuntos Exteriores de Malí, Abdoulaye Diop, también exigió la «retirada sin demora» de la Misión de las Naciones Unidas en Malí (Minusma), denunciando su «fracaso». Una base de la organización está ubicada en Gao, a unos cincuenta kilómetros al norte de la aldea golpeada por el ataque. Su retirada hace temer un empeoramiento de la ya muy difícil situación de seguridad en la región. La votación del Consejo de Seguridad, que debe dejar constancia del final exigido por Bamako de Minusma, está prevista para el viernes.

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