Esta es la primera, después de muchas demandas contra el estado. El tribunal administrativo de París condenó este viernes 16 de junio al Estado a indemnizar a dos familias cuyos hijos habían padecido bronquiolitis y otitis a causa de la contaminación del aire. El Estado deberá pagar 2.000 y 3.000 euros a los denunciantes por estos hechos ocurridos entre 2014 y 2018, según la sentencia dictada el viernes 16 de junio de 2023.

“Parte de los síntomas” que sufren los niños es “causado por superar los umbrales de contaminación por culpa del Estado”, estimó el juez administrativo. Esta es la primera vez que la justicia reconoce que la falla culposa del Estado en la gestión de la lucha contra la contaminación del aire ha causado un daño que requiere reparación. A partir de la fecha de la decisión, el Estado tiene dos meses para apelar. El Ministerio para la Transición Ecológica ha iniciado la valoración jurídica del expediente.

¿Es esta decisión un cambio de juego para las miles de familias afectadas por enfermedades relacionadas con la contaminación del aire? “Es cierto, esto abre una brecha”, asegura Hermine Baron, abogada de familia de François Lafforgue. “Esto sentará un precedente y abrirá perspectivas de compensación para las víctimas”, dijo Tony Renucci, director de Respire, la asociación nacional para la mejora de la calidad del aire y la defensa de las víctimas de la contaminación.

Pero el director de Respire modera su optimismo. «No fue fácil», admite. Se necesitaron seis años de procedimientos para que las familias ganaran su caso. Esta decisión positiva sin precedentes para los demandantes se debe a que «el caso de estos dos niños era muy específico», según Hermine Baron. Se ha establecido el «vínculo de causalidad directo y seguro» entre la culpa del Estado y el daño sufrido por los particulares, explica Marianne Molinier-Dubost, profesora de derecho público en la Universidad de Lyon III y especialista en temas medioambientales. Era la prueba de este nexo de causalidad la que faltaba en los juicios anteriores, aun cuando ya se había reconocido la responsabilidad del Estado en el agravamiento de la contaminación atmosférica.

“A menudo, las demandas eran presentadas por personas que ya vivían en otros lugares, pero estas enfermedades son multifactoriales, por lo que los jueces no reconocieron el carácter determinante de superar los umbrales de contaminación”, explica el profesor. “Esta vez las víctimas eran bebés en ese momento. Siempre habían vivido a 500 y 700 metros de la circunvalación, en París”, explica Marianne Molinier-Dubost. Los expertos médicos pudieron así probar que las enfermedades eran causadas por la contaminación. “Se deben cumplir cuatro criterios, según el procedimiento establecido por el tribunal”, explica: “Los síntomas son concomitantes con la exposición a la contaminación; no existen otros factores que puedan explicar su aparición, como padres fumadores; vivían cerca del sitio de la contaminación; los médicos pidieron un traslado, después de lo cual el estado de salud de los niños mejoró”.

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“Algunos dicen que esta condena es una gran esperanza para los 500.000 vecinos de la circunvalación, pero no es tan seguro”, avanza con cautela el catedrático. “Este no es un caso infinitamente reproducible”, confirma el abogado de la familia. “Será necesario, caso por caso, convencer a los jueces para que soliciten pericia médica, luego será necesario que estos sean concluyentes”, resume Marianne Molinier-Dubost.

Además, “la cuantía de la indemnización es decepcionante”, considera el profesor. Cada familia había pedido 220.000 euros de indemnización, solo recibieron 2000 y 3000 euros. “El daño se interpretó muy finamente”, observa Marianne Molinier-Dubost. “En el primer caso, los 2000 euros compensan únicamente el sufrimiento del niño. No se ha tenido en cuenta la influencia en la esperanza de vida, los costes médicos ni las consecuencias en la vida profesional de los padres”, especifica.

Sin embargo, “puede servir de ejemplo el procedimiento establecido por el tribunal administrativo de París para establecer la causalidad”, estima el profesor. «El proceso será más fácil para las próximas familias», quiere creer Tony Renucci. “Espero que esto provoque un aumento en los litigios”, dice el director de Respire. “Poco a poco nos vamos dando cuenta de que la herramienta legal es la única forma de hacerse oír en la lucha contra la contaminación”, analiza el director de la asociación de víctimas de la contaminación atmosférica. Además de ser un estímulo para tomar la vía judicial, esta decisión constituye, según él, «una fuerte señal política» para el Estado, cuya responsabilidad está claramente cuestionada. “El Estado también está expuesto a otros casos y quizás a una indemnización mayor”, agrega.

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“Muchas personas se ponen en contacto con nosotros todas las semanas”, testifica Tony Renucci. Pero pocos demandan, ante “la montaña de trámites” y el “costo disuasorio”. Según él, el futuro está en las acciones colectivas, lo que podría verse facilitado por la revisión de la directiva europea sobre calidad del aire, cuya primera versión fue propuesta el 26 de octubre de 2022 por la Comisión Europea.