Pequeñas risas estallan en la sala Jean-Tardieu. El público descubre a Helena Noguerra, con los ojos cerrados, la cabeza sobre una almohada, recostada sobre una enorme cama cubierta con sábanas blancas (Emmanuel Clolus). La hermana de Lio compartirá sus noches inquietas a través del personaje de Iléna (ella misma), sumergiéndose en un mundo desconocido donde los sentimientos luchan por expresarse. La cantante y actriz es autora y heroína de Un último sueño para el camino, un espectáculo personal, «una fábula casi biográfica», un relato espeluznante y divertido. Catherine Schaub escenifica con benevolencia una especie de Alicia en la tierra de los horrores humanos.

Porque Iléna se encuentra con conejos, una extraña mariposa y un hada (Romain Brau) que no tiene más poderes que detener la música electrónica. Está casada con un príncipe al que molesta (Pierre Notte, siempre a gusto en el registro estrafalario). Se siente cansada y quiere acabar con su vida. Sus dos hermanos están preocupados, pero su madre, reina de un universo lejano (Christiane Cohendy, inesperada), no se preocupa y lo anima…

Helena Noguerra habla de libertad, amores no convencionales, relaciones filiales fallidas y todo lo que sale mal en la vida. Alternativamente sofá nupcial, océano o ring de boxeo, la cama, que ocupa casi todo el escenario de la sala Jean-Tardieu, que hubiera apreciado esta obra OVNI, acoge sus pesadillas y alucinaciones. La cincuentona podría hacer suya la famosa canción interpretada por Alain Bashung: “Madame sueña con atomizadores/Y cilindros tan largos/Que son los únicos/Que la llenan de felicidad. »

Iléna sueña con la desgracia. Sus vagabundeos oníricos lo llevan al pasado. Su madre es omnipresente, pero no le muestra ningún signo de ternura. Iléna intenta sobrevivir sin él, pero su corazón no está en ello. “ Soñé demasiado. Fui a territorios que eran demasiado grandes, demasiado hermosos para mí”, lamenta.

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Helena Noguerra explota la paleta de sus talentos, toca, compone, canta y baila acompañada del discreto guitarrista Philippe Eveno. La que además es compositora de Philippe Katerine es una fiel actriz. Christiane Cohendy y Pierre Notte están menos «usados» en el set. Romain Brau demuestra que es un auténtico camaleón. Visto en la película LesCrevettes pailletées y en el cabaret Madame Arthur, el artista se adapta a la propuesta que se le ofrece. Cuanto más caprichosa es ella, más florece él. Aquí, también está muy bien escrito.

Un último sueño para el camino, en el Théâtre du Rond-Point (8 de París), hasta el 24 de junio. Res. : 01 44 95 98 21 y www.theatredurondpoint.fr.