“Es un edificio romano, por eso está tan bien conservado”, subraya una mujer ateniense que ingresa al odeón de Herodes Atticus con los pocos cientos de invitados presentes, el martes por la noche, en el evento de la alta joyería Louis Vuitton. Las tormentas se alejaron y la noche cayó sobre Atenas. Las terrazas en el arco de círculo del teatro, que dan la bienvenida a festivales y artistas (Maria Callas comenzó su carrera allí), están iluminadas. Este escenario al aire libre construido en el siglo II d.C. por un rico político que le dio su nombre, en memoria de su difunta esposa, tiene 4.500 asientos pero, esa noche, el público elegido a dedo se sienta frente a las antigüedades que sirven de decoración.

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Una veintena de hombres con trajes negros descienden por ellos, arrastrándose hacia atrás, boca abajo. Cuando llegan al fondo, se dan la vuelta y dejan al descubierto sus capotas sobre las que se fija un círculo luminoso, como las lámparas circulares que utilizan los influencers para filmar sus tutoriales en las redes sociales. Cada uno se enfrenta a una modelo con un vestido vaporoso que luce piezas de la colección Deep Time, que iluminan a la perfección. La ingeniosa idea no solo resulta sumamente eficaz para que el público distinga las joyas (gran desafío, y no siempre superado, del desfile de joyas) sino que, al desviar estas herramientas del mundo digital, se convierte en una metáfora de la luz que cae sobre una persona gracias a la mirada del otro. Luego comienza un ballet en dúo donde cada pareja se pasea cara a cara entre los asombrados invitados.

La magia opera, dejándose llevar por la música interpretada por Renaud Capuçon y otros tres violinistas instalados en el centro del escenario. La puesta en escena corre a cargo de Dimitris Papaïoannou, el coreógrafo estrella detrás de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004. vio a Venus en el Châtelet hace unos meses, y que cierra este espectáculo de gran poesía.

Unos días antes, en París, Francesca Amfitheatrof, directora artística de las colecciones de alta joyería de Louis Vuitton desde 2018, nos explicó cuánta teatralidad había en el corazón de su visión de la joyería. “Repito a mis equipos que trabajar para una marca de moda tan grande te obliga a imaginar joyas expresivas, que tengan personalidad. en tiffany’s

Sobre el escenario, los cien temas de Deep Time sin duda tienen presencia y carácter. Sin embargo, lejos de los códigos clásicos, no se comprometen con un punto crucial: la calidad de las piedras. Cuanto más pasan los años, más impresiona este. La colección 2023 cava este surco ofreciendo un viaje en el tiempo hasta los orígenes de la tierra y la geología. “Las piedras son tesoros milenarios, el tema Deep Time es una oda al esplendor de la naturaleza y sus increíbles riquezas gemológicas”, dice entusiasmada Francesca Amfitheatrof.

Así, el collar Wave, una fascinante ola de diamantes, realizada en el taller de la casa en la Place Vendôme, evoca los tsunamis creados por las erupciones volcánicas y los movimientos tectónicos. Al final de este cuello en V flota un zafiro de talla ovalada de 40,80 quilates de Sri Lanka, aterciopelado como un ejemplar de Cachemira y azul real digno de los zafiros birmanos. Es la pieza más cara de la colección: 5 millones de euros. En otro género, el conjunto Plantas, con su hábil construcción tubular ahuecada, levita alrededor de rubíes y esmeraldas, un tamaño muy raro para estas gemas que, así pulidas, corren el riesgo de perder su color.

Las asociaciones de piedras chocan como este magma de turmalinas rosadas y granates mandarines en un brazalete, o incluso estos emparejamientos de zafiros amarillos y aguamarina azul laguna que soplan fríos y calientes. Y destila un poder sin precedentes, como el peto Bones cuyo fuego de ópalo australiano en su centro hace eco del rango de las tanzanitas azul eléctrico y las turmalinas Paraiba. Este collar transformable es el más complejo jamás realizado por la marca, explican los equipos, y requirió 5.000 horas de trabajo. Entre las piezas más destacables, también hay que mencionar el conjunto Ruptura. No solo es su diseño, muy “joyería de moda”, alternando una hilera de piedras y una gran cadena, bordeada por una malla de oro y ópalos de México en un tono lechoso y llamativo. Este collar hará las delicias de los especialistas ya que vuelve a poner en la parte delantera del escenario el zircón, “la piedra más antigua del planeta”, recuerda el director artístico. Esta gema natural con tonalidades cálidas que van del rosa empolvado al marrón, con una refracción similar al diamante, adolece de su confusión con el óxido de circonio, una gema sintética que imita al diamante. Toma toda su preciosidad y resume la fuerza de una colección donde el diseño, el virtuosismo de la manufactura y la elección de los materiales compiten en audacia.