Yannick Neuder es miembro de los Republicanos de Isère, miembro de la Comisión de Asuntos Sociales y médico de profesión.
Cuando se trata de desiertos médicos, el gobierno dispara en todas direcciones sin dar en el blanco. Si los recientes proyectos de ley presentados por la mayoría pretenden aportar soluciones, no se basan en determinadas realidades de la oferta sanitaria en Francia. Detrás de este fuego artificial de propuestas que hacen retroceder a los profesionales de la salud, debemos reenfocar el debate sobre las verdaderas causas de la desertificación médica en nuestro país. Las cifras, todo el mundo las conoce y las interpreta a su antojo: Francia ha perdido 5.000 médicos generales en 10 años, el 87% del territorio de nuestro país está en situación de desierto médico con casi un tercio de su población viviendo en uno de ellos .
Leer tambiénMédico rural: cuidados en una Francia olvidada
Paradójicamente, la mayoría de los debates oscurecen el hecho de que el problema es ante todo digital. Nos faltan médicos y, sobre todo, estudiantes de medicina capaces de hacer frente a las jubilaciones, al envejecimiento de la población en un mundo incierto, asolado por crisis sanitarias. Ante esta situación, los diputados de la mayoría y el gobierno se quedaron al margen.
Primero, el gobierno intentó dolorosamente implementar una reforma de estudios en 2019 para aumentar la cantidad de médicos en el campo. Una ley que pretende enterrar al numerus clausus para simplemente cambiar su nombre por el de apertus. Desafortunadamente, esta revisión de los objetivos cuantificados de los estudiantes de medicina mantiene una gran selección al final del famoso primer año de estudios, impidiendo la repetición, provocando que huyan para formarse en Rumanía, España, Rumanía… Al mismo tiempo, cero traza de un plan a escala real para aumentar los medios de las facultades. Si nos faltan becarios, no nos faltan candidatos. Lo que el sistema lucha por acomodar, lo aplasta.
Por último, pero no menos importante, esta semana la mayoría está rematando el punto al volver a poner la coerción sobre la mesa para la instalación de médicos: el último proyecto de ley sobre el acceso a la atención del MP Valletoux bloquea a los profesionales de la salud. En particular, obliga a los médicos a incorporarse a una Comunidad Profesional Territorial de Salud (CPTS) y hace obligatoria la atención permanente (PDS) para todos los profesionales de la salud. Al mismo tiempo, el texto inyecta una nueva dosis de «administración administrativa» con un montón de indicadores y capas de gobernanza (con pletóricas Conferencias Territoriales de Salud (CTS) en particular.
Los CPTS están destinados a ser construidos y operados con médicos voluntarios. Cualquier medida coercitiva destinada a imponer la afiliación a un CPTS pondría en peligro estas organizaciones, pero también el atractivo de las profesiones del cuidado. Hacer de los médicos la variable de ajuste de los errores del gobierno no es una solución sino, por el contrario, una fuente de desmovilización para nuestros profesionales con la llave de desconvenciones en cascada. Peor aún, estas medidas coercitivas socavarían la equidad territorial en términos de acceso a la atención y el atractivo de estas profesiones. El remedio no debe ser peor que la enfermedad. El clamor de los médicos no se hizo esperar y es legítimo: este proyecto de ley es un golpe más a una profesión debilitada.
Lea también “¡Sobre todo, no se retire!” : estos médicos que posponen el final de su carrera
Efectivamente, hace unas semanas, ante el enfado de los cuidadores, el gobierno subió el precio de la consulta básica en torno al precio… ¡de un café! (1€50). Un gesto muy mal recibido incluso cuando hablábamos del texto de Stéphanie Rist y su famoso acceso directo que empujó a estos mismos médicos a la calle. Frente a esta cacofonía, otro camino es posible.
Restablecer el acceso a una atención que satisfaga la creciente demanda requiere una triple movilización:
En primer lugar, medidas de emergencia que actúan como un shock para el atractivo de las profesiones. Esto pasa por un plan Marshall de atención dirigido a aumentos económicos para médicos y paramédicos. A los médicos generales liberales franceses se les paga entre un 20 y un 30 % menos que a los médicos liberales alemanes. Las profesiones paramédicas no quedan al margen: falta de revalorización de los actos liberales desde 2009 y no reconocimiento de la especificidad de las enfermeras especializadas (IBODE, IADE, enfermeras puericultoras gracias a las cuales se mantienen en pie nuestras unidades de cuidados intensivos, SMUR y quirófanos). Al mismo tiempo, también es necesario considerar el establecimiento de pasarelas que permitan a ciertos actores asistenciales como los paramédicos retomar estudios acelerados para ingresar a medicina; el reconocimiento de competencias, en particular para enfermeras en práctica avanzada (IPA); la liberación de tiempo médico para nuestros médicos que deben poder contar con más auxiliares médicos, desde el inicio de su carrera, o el incentivo para compaginar empleo y jubilación.
Entonces, es imprescindible una reforma en profundidad de nuestros estudios de salud con efectos a medio-largo plazo. En primer lugar, ya sea que se llame clausus o apertus, terminemos con el capping de los alumnos que salen del primer año y su competencia. Abogo por un flamante examen que debe ir acompañado de un aumento en el número de pasantías y supervisores de pasantías que se pueden realizar en oficinas y clínicas sin despojar al hospital; una revalorización de la profesión de profesor universitario-médico hospitalario que ya no atrae lo suficiente; un plan masivo para dotar de más recursos a nuestras facultades y la restitución del rol del CHU, que ya no debe ser el eje de la formación universitaria. Finalmente, estudiemos la posibilidad de permitir que un número definido de estudiantes vayan a los territorios, definidos por el territorio, que se comprometan con el segundo año.
Leer tambiénEstos jóvenes médicos a los que les gustan los desiertos médicos
Finalmente, las políticas a favor del desarrollo de la prevención y la simplificación de los itinerarios asistenciales son en gran medida insuficientes. La formación en autocuidado es necesaria en todas las etapas de la escolarización. Al mismo tiempo, debemos entrelazar el territorio para «dessurgentizar» los reflejos de nuestros conciudadanos y acercarlos al cuidado: para ello, estamos desarrollando la creación de centros de consulta (casas médicas, centros de atención) y laboratorios de biología. , centro de radiología que constituyen unidades de atención primaria evitando el uso sistemático de urgencias. Los republicanos tendrán vocación de proponer otro proyecto, sin hacer de la confianza ni del compromiso de los profesionales una consigna que esconda una coacción que rima con desmovilización.