Leo Messi en París, un éxito comercial, un horno a nivel deportivo y… “dos años complicados” para el principal interesado. El campeón del mundo de 35 años sumó esta última parte a los resultados de su visita a la capital, en una entrevista con SPORT y Mundo Deportivo. Francamente, sus palabras no sorprenderán a nadie. Pero como no le ha parecido oportuno expresarse en los medios franceses durante sus dos temporadas bajo los colores parisinos, estos lo fustigan aún más. Y confirman lo que ya sabíamos: el trasplante nunca se llevó y la ‘Pulga’ habrá representado un error de casting para París, un error de rumbo para él. Además, el rosarino admite de buen grado que se vio obligado a tomar “una decisión precipitada” durante su forzada salida de un Barça al que nunca dejó de “amar”. Por eso no quiso esperar a que el club catalán estuviera en condiciones de ficharle este verano, y por eso dijo que sí a Miami: para no revivir la situación de 2021 y, de fondo, encontrarse en una situación similar en términos de elección.
Los dirigentes parisinos, que hicieron todo lo posible para ficharlo y le ofrecieron un salario considerable, a riesgo de poner en peligro la situación financiera del juego limpio del club, lo agradecerán. “Durante esos dos años no era feliz, no me divertía y eso afectó mi vida familiar. Me perdí mucho de la vida de mis hijos en la escuela. En Barcelona los iba a buscar, aquí mucho menos, compartí menos actividades con ellos. Por eso también estoy tomando esta decisión, para encontrar, entre comillas, a mi familia, a mis hijos, y disfrutar del día a día”, insiste el siete veces Balón de Oro, que se marcha con “sentimientos encontrados”. Y quién se olvida de decir que puede que no haya hecho todo lo posible para sentirse como en casa en París…
Si admite que se sintió “muy, muy bien, muy a gusto en el club, en la ciudad, con mi familia” durante los primeros seis meses de la temporada 2022-23, tras un “primer año difícil”, y que sus hijos Finalmente «adaptado» a París, Messi esperaba «un final diferente». Pero bueno, han sido dos años que, en general, han sido difíciles para mí, están detrás de mí. Y nadie se quejará de ello, ni él ni la afición que volvió a pitarle el pasado sábado, durante el acto de entrega del trofeo de campeón de Francia. Escuchándolo, Leo Messi pasó los dos últimos años de su vida en prisión. Un poco fuerte de café, aunque podemos entender que pasó por momentos complicados después de haber tenido que salir de un capullo en el que había evolucionado durante más de 20 años, toda una vida. Decir que a Messi le falta elegancia nos cuesta. Sabemos el jugador que es, su lugar en la historia del fútbol. Solo podemos lamentar que haya venido a perder su tiempo y el de Paris-SG, aunque los principales culpables están en las oficinas de la Factory y especialmente en Doha, donde nos dejamos engañar por ilusiones en él agarrándolo dos. hace años que.
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Más allá de las cuestiones de equilibrio colectivo inducidas por su presencia sobre el terreno, con Kylian Mbappé que no defiende más que él, Messi simplemente estaba demasiado marcado por el FC Barcelona para abrazar de lleno la experiencia parisina. “Más allá de que el amor siempre está ahí y es correspondido, era una sensación rara escucharlo en el Camp Nou y no estar”, dice sobre los cánticos a su gloria escuchados en el Barcelona en las últimas semanas. En París, nunca ha habido amor. Viva el Rey Messi, lejos de París. Lejos también del Barcelona, y la dirección del club catalán se lleva tanto, si no más, que el PSG en esta famosa entrevista…