Tras la polémica, llegó el momento de la explicación. Frío. Mientras que el discurso contra Justine Triet -ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes por su película Autonomy of a fall- contra la política del Gobierno había puesto, el sábado, una pieza en la maquinaria de esta reforma de las pensiones, la ministra de Cultura dijo que estaba «estupefacta» en un tuit escrito en el proceso. Una palabra que podría sorprender y, una vez más, dividir a la clase política entre partidarios y detractores del aplazamiento de la mayoría de edad. Invitada del programa Daily el martes por la noche, Rima Abdul Malak volvió a su reacción candente. “Sentí que, el jadeo y un dolor en el estómago, es la palabra que me vino”, dijo el inquilino de la calle de Valois.

Si la ministra estaba inicialmente complacida de que Francia hubiera ganado el prestigioso sésamo, rápidamente se desilusionó. “Escucho estas palabras de mercantilización de la cultura, gobierno neoliberal que rompe la excepción cultural, y ahí se me acaba la sangre porque es falso”, trazó el miembro del ejecutivo en TMC. El domingo, Rima Abdul-Malak no dudó en estampar los comentarios del director en BFMTV con «extrema izquierda». Si la ministra ha repetido que algunas de las películas francesas, incluida la de Justine Triet, se han financiado gracias a ayudas públicas, reafirma que no «reclama ningún agradecimiento y ningún reconocimiento para el Gobierno».

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La oportunidad de dejar las cosas claras: «Me parece una ingrata e injusta frente al modelo francés, el modelo de esta excepción cultural que llevamos desde hace 80 años, y que el Presidente de la República para 2017 y todo los ministros que me precedieron llevaron, defendieron e incluso reforzaron. “¿Qué justifica las palabras mercantilización o ruptura de la excepción cultural? ¿Qué hechos, qué cifras, qué justifica esta preocupación?”, instó Rima Abdul-Malak.

Todo ello, recordando en primer lugar que el Estado había acudido masivamente en ayuda de la comunidad cultural durante la crisis sanitaria. Y luego, que acaba de lanzar un plan de 350 millones de euros en todo el ecosistema cinematográfico y audiovisual para 2030. “Lo que pido es un poco de honestidad intelectual”, tronaba el que ya había conseguido al final una proeza mediática. de abril, durante la ceremonia de Molières. Picada en carne viva, Rima Abdul-Malak tomó entonces un micrófono tras la intervención de dos actrices de la CGT en el contexto social tan estallido de la reforma de las pensiones.