Para que la renuncia de Monseñor Luc Ravel, de 66 años, a su cargo de arzobispo de Estrasburgo, presentada el 20 de abril, sea válida, el Papa y el Presidente de la República tuvieron que aceptarla al mismo tiempo, según las normas legales específicas. del estado de composición de esta diócesis francesa.
Ya está, este sábado al mediodía, el Vaticano confirmó la aceptación, por parte del Papa Francisco, de esta renuncia; fue aceptado conjuntamente por Emmanuel Macron, mediante decreto firmado el 24 de mayo y publicado en el Diario Oficial francés, con fecha 27 de mayo.
La sede episcopal está vacante. Mons. Philippe Ballot, arzobispo de Metz, es nombrado administrador apostólico para gestionar los asuntos de actualidad. La especificidad del derecho concordatario quiere que este administrador diocesano sea elegido formalmente por el cabildo de la catedral de Estrasburgo, compuesto por diez canónigos.
Circulan varios nombres sobre quién reemplazará pronto al obispo Ravel, pero el estatus especial de Estrasburgo y la importancia de esta región requieren un candidato con mucha experiencia.
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El Papa elegirá al sucesor. El nombre se transmitirá sub secreto a la Presidencia de la República Francesa para su validación. Será anunciado, juntos, por Roma y por París. Una vacante en la sede episcopal puede durar varios meses.
Sobre todo porque se prevé la salida del obispo Ravel, nombrado en febrero de 2017. Por lo general, un arzobispo de este nivel permanece en el cargo hasta los 75 años.
Su salida no está ligada a cuestiones de moral que le conciernen -la precisión es importante en el contexto actual- sino a una «visita apostólica», despachada por la Santa Sede en junio de 2022, que puso de manifiesto problemas de gobernabilidad, a una forma de rechazo observada. entre buena parte del clero alsaciano.
Es cierto que el obispo Ravel fue una de las personalidades fuertes del episcopado francés. Ex obispo en los ejércitos antes de Estrasburgo, es politécnico de formación, miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, y religioso de la Congregación de Canónigos Regulares de San Víctor.
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También se destacó por su prontitud en el tratamiento de los abusos sexuales. Y muchos, incluso entre los moderados, lo criticaron sin embargo por cierto “autoritarismo” en el gobierno de esta diócesis, en particular con sus altos ejecutivos. Una diócesis muy particular, además, donde los sacerdotes son retribuidos por el Estado y son nombrados por el obispo pero de acuerdo con el… prefecto.
En una larga entrevista exclusiva, concedida al semanario La Vie, el 22 de mayo, el arzobispo Ravel reconoció estas dificultades y las explicó con franqueza: «La raíz del problema siempre ha sido la gobernabilidad», confió el arzobispo que explica que el Papa le pidió que dimitir, en particular por “esta dificultad que tendría con los sacerdotes, a los que aterroriza mi forma de afrontar los abusos. ‘Estás haciendo demasiado’, me dijo.
El ex arzobispo concluye: «No discuto ninguna torpeza de mi parte, y no tengo derecho a la infalibilidad». Pero niega haber sido autoritario: “Nunca he tomado una decisión sin consultar a los que me rodean. No necesariamente mi consejo diocesano, sino un consejo personal: abogados, médicos…”